Literatura y filosofía


Lissete E. Lanuza SáenzHace ya algunos años participé en la primera reunión de un grupo de lectura cuyo nombre no vale la pena mencionar. El libro acordado era la Apología de Sócrates de Platón, y recuerdo que asistí a la reunión emocionada por la discusión de una obra eminentemente filosófica por un grupo de personas que nos dedicábamos, primordialmente, a crear, desmenuzar y leer literatura.

Antes de continuar debo hacer la salvedad de que yo juego con desventaja (o ventaja, depende de quien lo mire). Mi formación profesional incluyó varias clases de filosofía, tanto que Sócrates, Platón, sus amigos y yo, somos viejos conocidos.

No se estoy segura de qué era lo que esperaba yo, pero creo que no era que me increparan por intentar traer conceptos filosóficos a un círculo literario. Fue la última vez que asistí. No estoy segura si esa gente de mente pequeñita todavía se reúne, pero lo que si tengo claro es que, desde ese día, me ha fascinado el tema del matrimonio entre literatura y filosofía.

Parecen cosas diametralmente opuestas, pero no lo son. Los cimientos son los mismos aunque la manera de manifestarse no lo sea. Ambas usan las palabras y —mucho más importante— la experiencia humana como base. Pero no terminan ahí las interconexiones, no. Quizás podría decirse que la filosofía viene primero, la literatura después.

La filosofía, como ese conjunto de saberes que busca reflejar la articulación del conocimiento y los límites de la existencia y de los modos de ser, es en algunos casos la razón de ser de la literatura. ¿O es que acaso no hay filosofía en la Metamorfosis de Kafka? El trabajo de William Godwin, padre de Mary Shelley, influyo poderosamente en la creación de su obra más reconocida: Frankestein. y no podemos olvidar El extranjero, de Albert Camus, existencialismo puro hecho novela.

No podemos llegar al extremo de decir que literatura y filosofía son la misma cosa solo porque tienen vínculos, pero tampoco podemos descalificar la literatura como “muy profunda”, ni la filosofía como “muy literaria”. Hay un poco de todo en cada libro, al fin y al cabo. Y como dice la frase popular, para gustos los colores.

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