Literatura y modelos que seguir


Todo se aprende de algún lado. ¿No les parece curioso ver a una persona haciendo algo que no debería (cosa de todos los días en los tiempos de coronavirus) y alguien más la excusa diciendo «esa persona es así»? De lo cual surge la pregunta… ¿Por qué es así? Nadie nace sabiendo o creyendo nada. Nacemos con ciertas características físicas, pero sin creencias. Estas las sacamos de lo que vemos y oímos de la gente a nuestro alrededor, de nuestros padres, en la televisión y, sí: también de los libros que leemos. Literatura y modelos que seguir.

De chiquita mi primera heroína literaria fue Jo March, de Mujercitas. Luego fue Anne, de Anne of Green Gables. después fueron Elizabeth, de Orgullo y prejuicio; y Hermione Granger, de Harry Potter. Estas mujeres de ficción han marcado mi vida y me han ayudado a convertirme en la mujer que soy. Han definido mis creencias y mi forma de pensar.

Quizá porque representan modelos perfectamente aceptables me tomó mucho tiempo darme cuenta de cuál era el problema con ellas —al menos en lo que respecta a mí, mis opiniones y mi realidad como mujer centroamericana—: todas estas mujeres provienen de un mundo muy diferente al mío.

Y no solo porque alguna de ellas tenía magia —literal y casi literalmente—, sino porque todas tienen el beneficio de ser originarias de potencias mundiales, mientras que aquí en Centroamérica el día a día es una cosa que ellas no se podrían imaginar.

¿Dónde están nuestras heroínas, las que entienden que nuestro sistema, en cualquiera de sus esferas, está hundido en la corrupción? ¿Dónde están las que comprenden qué significa ser mujer en países tan machistas que ni siquiera permiten que les digas lo machistas que son? ¿Dónde están nuestra literatura y nuestros modelos a seguir?

Y nuestras heroínas de ficción centroamericanas, nuestros modelos a seguir, ¿dónde están? No digo que no las haya. Aunque me gusta pensar que he leído bastante literatura panameña y centroamericana, aún no las he podido identificar. Desde mi posición, aunque no sea mi trabajo del día a día buscar heroínas en la literatura de la región, de ahora en adelante prometo convertir este ejercicio de búsqueda en algo más especial que un pasatiempo. No obstante, los esfuerzos de una sola persona no son suficientes. Este también debería ser el trabajo de las escuelas, de los periódicos, de los círculos de lectura y de los intelectuales.

Ya es hora de que dejemos de buscar nuestros modelos afuera de nuestras fronteras. De hecho, yo diría que es algo que debimos hacer hace mucho tiempo. Nos tocaba ayer, así que más vale que comencemos ya.

¿Quién es Lissete E. Lanuza Sáenz?

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