Los grandes y pequeños escritores


Lissete E. Lanuza SáenzTodos tenemos un escritor favorito (o varios). Hace un año, cuando nos dejó Gabriel García Márquez, lo sufrí como no solo uno de los míos, sino casi como un amigo que me dejaba. Lo mismo pasó recientemente con Terry Pratchett, con Günter Grass, con Eduardo Galeano.

Los escritores son personas (sorprendente, ya sé, pero cierto), personas de carne y hueso, con familias, con amores y desamores, con deseos, con rencores. Si no lo fueran, sus libros no nos conmoverían, no dejarían una huella. Para nosotros, a lo lejos, sin embargo, sus razones, sus verdades, no son lo importante. Para los lectores un escritor es aquel que nos permite vernos reflejados en sus palabras.

Te leo y en cada frase me descubro. Por eso eres importante.

Esto es así tanto para los grandes (y uso la palabra “grande” aunque debería usar la palabra “reconocido”. Hay escritores más “chiquitos” que para mí son tan pero tan grandes como una montaña). La fama es una circunstancia: las palabras pueden ser trabajadas o espontaneas,  citadas u oscuras, pero los sentimientos no tienen nada que ver con estas distinciones.

Yo amo a Cortázar, sí. También a Mercé Rodoreda. Siempre tengo conmigo un libro de Neil Gaiman (cuando sea grande quiero ser como el), y en mi carro, junto con tres pares de zapatos y una muda para ir al gimnasio que casi nunca uso, hay un pequeño poemario de José Ángel Buesa.

Una vez al año, sin falta, releo Loma ardiente y Vestida de sol, de Rafael Pernett y Morales. También releo El gran Gatsby y Harry Potter. Mi amor por Neco Endara está bien documentado, no tanto mi amor por César Young Núñez, pero no por eso el amor es menos.

Hace unas semanas me enamoré de Elizabeth Wein. El año pasado descubrí a Amelié Nothomb.

Escritores hay muchos, muchísimos. La vida no me dará para leer todo lo que quiero (ni tampoco para escribirlo). Mañana puede ser que habrá otro libro y descubra otra parte de mí. Quizás me enamore, tal vez no. A lo mejor olvide el libro o, quién sabe, podría ser que en un par de años éste también sea parte permanente de mi vida. No estoy segura y nunca lo estaré. (Por eso hay que seguir leyendo, ¿no? A los “grandes”, a los “chiquitos”, a los que nadie conoce, a los que recién comienzan, a los que llevan mucho tiempo sin que los escuchen.)

Escritores hay muchos, pero lectores hay aún más; y eso es una maravilla.

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2 Respuestas a "Los grandes y pequeños escritores"

  1. Salvador Guido dice:

    Que bien escribe esta joven. Lo que es leer – y mejor aun, saber lo que uno quiere leer. Y yo que todavía no se lo quiero ser cuando sea grande; por eso leo cualquier papel que me cae encima.

    1. Lissete Lanuza dice:

      Muchas gracias! Yo creo que hay que leer de todo, para saber lo que se quiere, o para no saber. Para criticar, o para disfrutar. A veces se encuentran maravillas en esos papeles sueltos que le caen a uno encima. A veces no. Pero hasta en eso hay una historia. 🙂

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