Vestirse «como mujer»


Hace unos días escuché en las noticias internacionales que el presidente de Estados Unidos, el señor Donald Trump, prefería que las mujeres que trabajaban para él se vistieran «como mujeres». La frase fue recibida con un adecuado nivel de indignación y rabia porque la vestimenta no tiene nada que ver con la capacidad ni la inteligencia de nadie, sea hombre o mujer, aunque también fue recibida con la hipocresía que nos caracteriza. Y cuando digo nos, me refiero a todos, especialmente en América Latina.

Está mal cuando Donald Trump o cualquiera lo dice en alto, pero las expectativas sobre la vestimenta adecuada llevan muchos años existiendo más allá de lo que el Sr. Trump prefiera o no prefiera, y a pesar de que la frase se ha llevado críticas muy fuertes, no parece haber un interés real en cambiar la cultura, solo en criticar al que se atrevió a decirlo en alto.

Recuerdo haber sido marginalmente libre los primeros dos años de la universidad, antes de que el primer profesor me informara que los abogados «no se visten así, especialmente si son mujeres», así fuera con jeans, camiseta y zapatos bajos, la manera más cómoda de ir a clases.

Esto simplemente fue solo el principio. Poco después las sugerencias dejaron de ser sugerencias y se convirtieron en requerimientos: durante mi penúltimo año, para ser admitida en un examen era necesario ir en traje de falda y saco, zapatos cerrados y, claro está, pantyhose. Todo esto en Panamá: pantyhose con este calor. ¿Se imaginan?

La cosa no mejoró cuando me gradué de la universidad y mucho menos cuando comencé a ejercer la profesión. Como muestra, una anécdota: un día, hace un par de años, me rompí un tacón corriendo de un juzgado al otro. Como mujer precavida que soy, simplemente regresé a mi carro, donde siempre cargo un par de zapatos bajos, y seguí con mi trabajo. Al entrar al próximo juzgado vestida exactamente igual que en la mañana, con un traje sastre y hasta unas perlas, el juez me informó, con tono de reproche, que me veía bastante informal ese día, solo porque no llevaba zapatos altos. Él no bromeaba, por supuesto.

El problema, a mi entender, tiene sus raíces en el inherente machismo de la cultura latinoamericana y también en la idea de que las mujeres, como regla general, deberían estar en la casa haciendo quehaceres y cuidando a los niños. ¿Quieren vestirse de forma cómoda? Quédense en su lugar. En el mundo «de los hombres» hay que seguir las reglas de los hombres.

Lo curioso es que tampoco los hombres siguen estas reglas. He ido a muchas reuniones donde los abogados no usan saco, pero las abogadas deben estar formales, ser femeninas, usar maquillaje y tacones. Y eso es lo mínimo para que la opinión de las mujeres sea considerada.

¿Que la aseveración de Donald Trump de que las mujeres deben vestirse «como mujeres» es absurda, machista y retrógrada? Sí, pero no es el único que piensa así. Ni cerca. Mirémonos al espejo y hagamos algo por corregir nuestras propias falencias antes de criticar al resto del mundo. La ropa no tiene nada que ver con la competencia, capacidad o inteligencia, y eso es aplicable tanto para hombres como para mujeres.

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1 Respuesta a "Vestirse «como mujer»"

  1. Luis Alfredo Beteta Perera dice:

    Muy cierto lo que dices, y quizá esa ensaña sea mayor en el caso de las mujeres, precisamente por ser mujeres. Pero también se da en el caso de los hombres, quienes en algunos empleos se ven obligados a vestir de determinada manera. Tengo la suerte de tener un empleo donde no me hagan esos requerimientos, aun cuando a mí, en lo particular, si me gusta la ropa formal, pero claro, siento que para trabajar es terrible.

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