Apuntes sobre el cómic (II): Centinelas, Morlocks y armas X


Diana Vásquez Reyna_ Perfil Casi literalPara continuar hablando de los cómics y su relación con el mensaje social del arte, es pertinente decir que para muchos estos “dibujitos” no tendrán nada de arte, pero sin duda han sido capaces de reunir a varias generaciones que se identificaron o identifican con los personajes, con sus historias, con lo que está en el fondo de una imagen y el globo de un diálogo, más que con una Ana Karerina o una Frida Kalho, que a veces son conocidas en su obra original por un grupo muy reducido y privilegiado.

Gracias al cine (lastimosamente no el independiente) llegan al conocimiento de sectores populares la vida de pintoras o de heroínas (o antiheroínas) de las letras universales. Y coincidencia o no, pasa lo mismo con los cómics. Al llegar a la pantalla grande muchos sabemos quién es Batman o Wolverine. Lo malo del cine es que tiene que omitir forzosamente detalles o personajes innumerables, tan fascinantes o incluso más que los protagonistas, y que tienen mucho que cuestionar sobre sus propios mundos, y por qué no, sobre los nuestros.

Estas serán unas cuántas líneas dedicadas a los X-Men. Ya todos conocemos al tipo de navajas en las manos, colmillos y traje amarillo en sus inicios que se ha convertido en una franquicia, Wolverine. No entraré en detalles sobre este complejo personaje pero quiero llamar la atención sobre los experimentos que en el cómic hizo el gobierno canadiense para implementar su Arma X, una investigación genética clandestina que incluía un programa de memorias implantadas.

¿De qué ha sido y es capaz la humanidad que utiliza a los gobiernos y ejércitos en el mundo para obtener sus armas X? ¿Qué tanto recordamos la bomba atómica, la experimentación de enfermedades venéreas con guatemaltecos vulnerables (ambos casos a petición de EE. UU.), o toda la estructura nazi que dejó secuelas de todo tipo en todas partes y que resurge en muchos países desde hace años, sin que sea un secreto?

Otro de los puntos a destacar en este pequeño análisis es la comunidad Morlock, un grupo de mutantes con aspecto grotesco que eran doblemente excluidos y que tomaron su nombre de la novela La máquina del tiempo, de H. G. Wells. Ser mutante en el universo Marvel es como ser homosexual, judío, de piel oscura o discapacitado en un sistema blanco, heteronormativo, cristiano y físicamente “normal”. Ser morlock es como ser leproso en la época de Jesucristo, ser aborigen australiano en Australia en la época actual o ser el hombre elefante en cualquier tiempo.

Los morlocks se sentían aislados y se encontraban en condiciones marginales. Decidieron “protegerse” de la sociedad en un complejo de túneles subterrános en Manhattan, que convirtieron en su hogar. ¿Cuántos morlocks existen en el mundo? ¿Cuántos jóvenes se sienten mutantes? ¿Cuántos de ellos se considerarán morlocks? Uno de los éxitos de este cómic fue tocar la intolerancia hacia el diferente y darle al diferente caractéristicas (poderes) que le daban valor (cualitativo y cuantitativo) en una sociedad que juzga (elimina) lo que no encaja.

Por otra parte tenemos a los centinelas. Construidos por grupos privados y paramilatares, son robots gigantes programados para capturar y eliminar a los mutantes. La ciencia ficción trae consigo siempre una fuerte dosis de duda hacia las nuevas tecnologías que muchas veces se salen de control. Su creador, el antropólogo Bolivar Task, los desarrolló después de que sus propios hijos nacieran mutantes.

Los centinelas protegerían a la humanidad de los mutantes, pero la fría lógica de la máquina concluye que podrían cumplir mejor este objetivo quitando el control de la sociedad a los imperfectos humanos, a quienes consideran inferiores que los Homo sapiens superior, es decir, los mutantes.

Dejando de lado la ciencia ficción, hagamos una analogía más cercana y real. Quién puede asegurar que un sicario no pensará en hacer el mismo trabajo contra la persona que lo “contrató”. Estas técnicas de eliminación cambian de intereses. Nadie puede negar que Latinoamérica ha derramado demasiada sangre por intereses de quienes tienen la capacidad de “construir” o pagar un asesino. ¿Hay centinelas en donde usted vive?

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