El naranja es el nuevo negro


Noe Vásquez Reyna_ perfil Casi literalEsta semana empecé a ver la serie sobre mujeres en la cárcel que ha sido famosa desde hace ya algún tiempo: Orange Is The New Black. No le había prestado atención porque los dos primeros capítulos no me atraparon y porque pensaba que se trataba, otra vez, de complacer las fantasías lésbicas de hombres heterosexuales machistas. Pero parece que me equivoqué.

Esta serie estadounidense de comedia-dramática​ creada por Jenji Leslie Koha ya tiene seis temporadas (este año creo que serán siete), ha estado nominada a doce premios Emmy y ya ganó uno, pero ¿qué es lo interesante de esta serie? ¿Las escenas de sexo? Pues no: es una crítica al sistema penitenciario, plagado de corrupción —y a pesar de ello mejorcito que los nuestros en Centroamérica—, y una crítica social que abarca las realidades de un buen espectro de la diversidad de las mujeres: trans, migrantes, latinas, negras, blancas, lesbianas. Lo simpático es que no las presenta idealizadas y más bien son imperfectas e incoherentes como cualquier ser humano y siempre en desventaja por ser mujeres.

Es en el ámbito de la industria de la moda en que se van escogiendo qué estilos y colores abanderan cada temporada, y la frase «El naranja es el nuevo negro» podría aludir a que hablar de la violencia contra las mujeres está no solo de moda, sino que es una ola que ya no se detendrá. El color naranja fue escogido en 2008 por ONU Mujeres para el #DíaNaranja, una campaña que tiene como objetivo generar consciencia para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y niñas en el marco del 25 de noviembre. No puedo afirmar que uno sea consecuencia de lo otro, pero es interesante la idea de que el naranja, color de la vestimenta de las presas de recién ingreso, sea algo más profundo para visibilizar que en la vida de las mujeres, y no solo las que están en la cárcel. La violencia en todas sus formas es casi la norma.

Lastimosamente hablar de violencia contra las mujeres es una moda intermitente que no termina de desdibujarse. La madrugada de ayer, Día Internacional de la Mujer, fueron allanadas en la ciudad de Guatemala las oficinas de la Alianza Política Sector de Mujeres, un día después de que participaran en una actividad pública con otros colectivos para recordar que «No fue el fuego, fue el Estado» que quemó hace dos años a 56 niñas y adolescentes en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, en el marco de las actividades del 8 de marzo.

En la ONU, el tema del Día Internacional de la Mujer de este año es: «Pensemos en igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio».

«Esto significa crear soluciones inteligentes que vayan más allá del reconocimiento de las disparidades de género y atiendan las necesidades de hombres y mujeres en plano de igualdad. Y finalmente, requiere innovaciones que perturben el statu quo y presten especial atención a cómo se utiliza y se accede a la tecnología y quiénes lo hacen; innovaciones que garanticen que las mujeres y las niñas desempeñan un papel decisivo en las industrias emergentes», según el portal de la ONU.

Eso suena genial, pero considero que en Centroamérica nacer mujer aún es vivir entre constantes estados de desventaja, y que para hablar de tecnología e innovación, primero tendríamos que invertir en estas con políticas públicas fuertes y, sobre todo, garantizar la vida digna de niñas, adolescentes y mujeres.

[Foto de portada: Pilar Salazar]

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