Hogwarts y derechos humanos


Diana Vásquez Reyna_ Perfil Casi literalEn países como el nuestro, acostumbrado al bombardeo continuo de muerte en páginas amarillistas que quieren pasar por serias disfrazando de noticia el escenario mórbido que ofrecen, es muy difícil hablar de derechos humanos y encontrarles sentido.

J. K. Rowling, quizá sin proponérselo (aunque no lo creo), dejó plasmada con la magia de Hogwarts una base literaria con significados profundos para sumergir a los chicos y no tan chicos en la reflexión sobre tres de las realidades humanas más crueles. Simbolizadas en las maldiciones imperdonables, Rowling aborda la manipulación (Imperius), la tortura (Cruciatus) y el asesinato (Avada Kedavra).

Sin los efectos especiales de Hollywood, en los libros el mundo mágico del cual surge Harry Potter y compañía profundiza en lo que las cámaras no tienen capacidad de contar. Los destellos impresionantes de las varitas o las buenas jugadas de quidditch que se describen en los libros no tienen nada que envidiarle a los que aparecen en la pantalla, pero en la saga escrita encontramos entre líneas la crítica de un niño que se va volviendo adolescente en un tormentoso mundo violento, que lo ha arrancado de sus seres queridos, sus padres, sus amigos. ¿Acaso no es el mismo caso de la niñez y la juventud guatemaltecas y de otras latitudes?

Los genocidios ocurrieron y siguen perpetrándose (Ucrania y Gaza son solo dos ejemplos actuales) al igual que la fragmentación del alma de los asesinos, simbolizados en su mayor expresión en Voldermort, un líder narcisista y racista (añora la “sangre limpia”), ambicioso y poderoso a base del miedo de sus seguidores y terriblemente violento, algo que todos reconocemos en líderes políticos y económicos, no digamos de Guatemala, sino de la historia universal y de nuestra era actual.

Camboya condenó este año a cadena perpetua, después de tres décadas y media, a dos jemeres rojos por “crímenes contra la humanidad, exterminio, persecución política y otros actos inhumanos”, entre 1975 y 1979 exterminaron a un cuarto de la población camboyana. En la historia de Rowling, Voldemort intentó hacer lo mismo contra los muggles o sus descendientes, persona que nace en una familia no mágica y es incapaz de hacer magia (los seres humanos comunes y corrientes como cualquiera de nosotros).

Para ello se valió de la manipulación, como durante la tercera prueba del Torneo de los Tres Magos, Viktor Krum fue forzado con la maldición Imperius a atacar a Cedric Diggory con la maldición Cruciatus. Con esta última los padres de Neville Longbotton fueron torturados hasta la demencia, por lo que permanecen confinados en el Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas sin poder siquiera reconocer a su propio hijo. La maldición Avada Kedavra fue utilizada por Voldemort y sus mortífagos para desaparecer en instantes a cualquiera que les estorbara o se les opusiera, incluidos los padres de Harry.

En Guatemala el horror es constante como en los últimos libros de la saga, la manipulación (incluso de los medios de comunicación), la tortura (cuerpos de mujeres o actores desmembrados que aparecen en calles y carreteras), el asesinato (de pilotos o migrantes), quizá sean temas muy duros para hablar de ellos con los niños, pero si Rowling creó toda una cosmovisión del mundo mágico fue precisamente para compararla y hacer intersecciones con el mundo real, el nuestro, el de los muggles.

Hablamos de valores todo el tiempo, pero ¿sabe su hijo que Guatemala ratificó la Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura, y sabe lo que eso significa? El artículo 1 de la Convención de las Naciones Unidas contra la tortura explica: “(…) se entenderá por el término ‘tortura’ todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia”. Voldemort tomó el poder del mundo mágico y lo hizo así, envolviéndolo de oscuridad, de esta forma quizá sea más fácil que los más pequeños entiendan que la maldad duele y destruye a toda una sociedad.

La conversacion entre el perturbante joven Tom Riddle (Voldemort) y el profesor Horace Slughorn acerca de cómo dividir el alma para obtener una supuesta inmortalidad revela una gran verdad disfrazada de ficción:

—¿Qué hay que hacer para dividir el alma?
—Veras —dijo Slughorn, incómodo—, has de tener en cuenta que el alma debe permanecer intacta y entera. Dividirla es una violación, es algo antinatural.
—Sí, pero ¿cómo se hace?
—Mediante un acto maligno. El acto maligno por excelencia: matar. Cuando uno mata, el alma se desgarra.

Cassidy Stay, una quinciañera que fue la única superviviente de un tiroteo en el murieron sus padres y sus hermanos, en Texas, Estados Unidos, dijo en el homenaje a sus seres queridos: “En El prisionero de Azkaban, Dumbledore dice: ‘La felicidad puede encontrarse incluso en los tiempos más oscuros si uno puede recordar cómo encender la luz”.

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