Libros, lecturas y ferias del libro


Noe Vásquez Reyna_ Perfil Casi literal.jpgLeer como placer es algo que se va desdibujando a punta de pistola, a punta de hambre, a punta de privaciones o por pagar la renta o cubrir las necesidades de los niños. Hay gente que observa los libros con pereza; para algunos sería sacrilegio, para otros es la cotidiana manera de ver la vida.

Todavía se lee aunque todos sabemos que leer no cambia nada, ¿o sí? Sigue habiendo injusticias de todo tipo, derechas extremas e izquierdas quebradas con tintes de Guerra Fría y dictaduras latinoamericanas que parecen no terminar. Existen montañas de información que no crean conocimiento por sí mismas ni por ósmosis. Además hay tanto idiota que ha leído tanto (o dice que ha leído tanto). Quizá la estupidez y la ignorancia se repetirán hasta el infinito como gremmlis con agua (referencia ochentera para un mundo desmemoriado).

Todos los hábitos llevan un proceso repetitivo, quizá la estupidez sea más fácil de reproducir. En esta época, nuestros hábitos (recubiertos con una capa agridulce vencida de valores y moral) no son más que lo que hemos repetido sin reflexionar y sin darnos cuenta de que afirman la violencia, desde la invisible y pequeña hasta la que lleva saña.

Pero volvamos a la lectura. Cuando estudié la primaria, algunas maestras nos alentaban a leer en voz alta; «premiaban» a quienes leíamos mejor, es decir, a quienes hacíamos las pausas de las comas y los puntos y sabíamos que las tildes diferenciaban significados y sonidos. Algo tan básico que no necesitaba ser premiado y que muchos maestros hasta ahora no han sabido comunicarle a la mayoría de la población. Era, sobre todo, un ejercicio de escuchar, de escucharnos, de no aburrir al resto de la clase.

Sigo creyendo que para eso se escribe: para leernos y escucharnos, para encontrar una distracción disfrazada de humanidad, de realidades, de circunstancias. Con mi padre he mantenido una diferencia de opinión irreconciliable: él dice que la literatura es un montón de mentiras juntas, disparates y que la ficción no tiene ningún peso. Yo afirmo que la literatura muestra escenarios completos de una sociedad y un tiempo, que son verdades disfrazadas y compuestas de tal manera que pueden retener la atención, entretenernos mientras nos va marcando con cada frase.

Quizá nuestras diferencias sean muchas más que nuestras opiniones sobre la literatura, pero en lo que sí estamos de acuerdo es que sin los libros tampoco seríamos humanos y el mundo no sería mundo con todas sus incoherencias. Al final, los libros llevan encerrados una representación ficcional de la realidad de quien escribe. Si eso es así, aún no veo en los libros de mis contemporáneos las tantas realidades que nos rodean ahora. Veo muchos ombligos en la mayoría de los impresos empastados, pero también agradezco las páginas hermosas que muestran pedazos de cielos fragmentados que me recuerden el hogar, el amor, el vacío, el miedo y el desarraigo.

Quisiera que criticar las faltas fuera de la mano con las propuestas de escritores y las exigencias de los lectores. Talvez solo sea cosa de años. Estamos a mediados de un 2018 centroamericano, Guatemala sigue teniendo su feria internacional del libro como Nicaragua seguirá teniendo poesía en medio de la represión (cruzo los dedos). Esos pequeños espacios son buenos síntomas en sociedades como estas, que, a pesar de todas las calamidades posibles, cada año pueden decir que leen. Solo esperemos que sea cierto.

[Foto de portada: Génesis Ramos]

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1 Respuesta a "Libros, lecturas y ferias del libro"

  1. «Como gremmlis en el agua…» ¡Me encantó! Yo soy mucho más vieja, pero recuerdo bien la película y creo que su reproducción desenfrenada tuvo que ver con una «distracción inocente». Tal vez del mismo tipo que la que ahora nos retiene en la catarata de información basura, las declaraciones ostentosas, los falsos guías espirituales, los líderes corruptos y los mentirosos comunes.
    Yo tengo una discrepancia con la opinión de tu padre que creo que le resultaría más escandalosa: afirmo (absolutamente convencida) que la Historia (la reconstrucción «científica» del pasado) es una hermana menor de la Literatura… En definitiva, ni los documentos más fieles ni los testigos más memoriosos dicen nada acerca de la realidad. Sólo vierten sus fragmentos del relato para quien está interesado en leerlos o escucharlos, quien, además los interpreta según su opinión, situación o conveniencia…
    Sólo la Literatura muestra eso a lo que tú haces referencia: escenarios completos de una sociedad y un tiempo, a los que podemos llegar sólo a través de la lectura y gracias a los escritores.
    Gracias, Noé, por escribir…

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