Paul Auster y la paternidad


Diana Vásquez Reyna_ Perfil Casi literal

Hace dos meses exactos mi familia se encontró en un escenario que nunca imaginó: mi padre sufrió un accidente cerebro vascular. Términos clínicos para traducir el devastador hecho de la fragilidad y la impotencia. Perdió la movilidad del lado izquierdo del cuerpo. Todo cambió y los cambios han hecho más cambios en nosotros mismos. No somos los mismos de antes, ni lo seremos.

No sabíamos qué hacer cuando el que todo lo sabía lo resolvía o se lo inventaba, ya no podía darnos las pistas. Verlo dormir sedado fue algo que te desbordaba. Nunca puede imaginarse al hombre fuerte tan humano, tan vulnerable. Quizá depositamos en mi padre todo el peso de dirigir una familia y ser el pilar.  Creo que a veces es muy injusto que un hombre no pueda llorar, que un solo hombre o una sola mujer lleven el peso de Atlas por la vida de otros.

En otros casos puede que ese hombre que tiene hijos sea un ente ausente, un hombre fantasma, una invención de la soledad.

En sociedades como la nuestra hay muchos hombres fantasmas. La maternidad se lleva una bandera dorada en cuestiones de crianza por default. Muchas veces el hombre nunca llega a comprender que traer niños al mundo es más que una cuenta matemática y símbolo de virilidad.

Las figuras paternas, presentes o ausentes, marcan definitivamente e indeleblemente de por vida a un ser humano. La paternidad es como un tatuaje, está ahí y en una parte del cuerpo desnudo expresa un recuerdo constante de lo que hemos logrado o somos.

En La invención de la soledad, de Paul Auster, un hijo busca los vestigios de su padre. Un padre ausente, increíblemente desligado de su familia a pesar de vivir con ella. Como en una religiosa investigación, el personaje principal va descubriendo pasados densos y vidas jóvenes interrumpidas.  En fotografías, en recortes de periódicos amarillistas y en actuares desajustados pero coherentes con los hechos se van hilando los porqués que podrían dar los contextos y pretextos para que un ser humano esté ausente de su propia vida.

La invención de la soledad es un buen thriller con reflexiones muy humanas y sensibles sobre el matrimonio, la familia, el divorcio y la soledad. Sobre las consecuencias de esta vivo y dar vida en el sentido biológico y toda una escala de grises en los aspectos psicológicos de negación o repetición de los patrones que una generación hereda a otra.

Con todo lo que sucedió en mi familia cercana (porque cada uno de los hijos de mis padres hemos formado nuestras propias familias) he reconocido lo que ellos nos heredaron para bien o para mal. Después de dos meses, mi papá ya camina y continúa reaprendiendo a moverse y valorar las cosas sencillas como tocarse la nariz con la punta de los dedos. Sigue teniendo su hermosa sonrisa.

Cuando era maestro, mi papá les decía a sus alumnos que ellos eran el reflejo de sus casas. Muchos padres no estaban contentos con esa revelación al tener que admitir el comportamiento de sus hijos. Supongo que a muchos hijos tampoco les gusta admitir que son muy parecidos a sus padres.

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