Símbolos y significados racistas


Noe Vásquez Reyna_ perfil Casi literalCuando mi único hermano ingresó al bachillerato, llegó un día a contarle a mi papá que en su clase tenía un compañero indígena. Mi papá, hombre de clase media, maestro en ese momento, le dijo: «Con ellos tenés que tener cuidado, porque les das la mano y te agarran el pie». Con los años empiezo a explorar recuerdos de ese tipo. Me criaron dos personas trabajadoras, cristianas, llenas de cualidades y amor, pero los comentarios y comportamientos racistas eran cotidianos.

Ya en la universidad, cuando mi mamá intentó insistirme sobre para cuándo llevaba el novio, le contesté: «Ah, sí, te voy a traer un negro hermoso, alto y con un cuerpazo». De hecho, el hombre existía, iba a un gimnasio cerca de mi casa y alguna vez lo vi con unos pantalones blancos ajustados y una boina roja. De verdad era hermoso. Pero mi mamá nunca volvió a mencionarme el tema.

Ideas como casarte con alguien de tez clara «para mejorar la raza», utilizar paternal y despectivamente el nombre María para referirse a cualquier mujer que viste su indumentaria indígena, o asociarlas automáticamente con el trabajo doméstico, o burlarnos de su pronunciación del español cuando se trata de su segundo idioma para personas indígenas… Todo esto era y sigue siendo común en Guatemala.

Ser racista no tiene que ver con que si somos malas o buenas personas; se trata de tener internalizado, es decir, debajo de la piel y tatuado en los huesos, un desprecio por seres humanos a quienes consideramos inferiores; incluso hasta llegar a negarlos completamente para que su existencia no sea.

En Diagnóstico del racismo en Guatemala, investigación interdisciplinaria para una política integral por la convivencia y la eliminación del racismo (2006), Eduardo Halfon escribe: “El racismo es como la tos, no se puede ocultar. Emerge porque existe suprimido y lo suprimido generalmente emerge de una manera impulsiva y súbita y muy violenta y camuflada siempre en las palabras, en el lenguaje, en los chistes y en las bromas. Nos delatamos en el lenguaje. Allí desenmascaramos la realidad que tanto deseamos esconder, que enfáticamente tratamos de negar”.

En relación con las diarias protestas en Estados Unidos que reclaman justicia por el asesinato de mujeres y hombres negros, como Breonna Taylor y George Floyd, a manos de policías blancos, muchos indignados de pantalla publicaron, sobre todo en Instagram, cuadros negros con los hashtags #BlackoutTuesday #BlackLivesMatter en apoyo contra los crímenes raciales, y también surgieron publicaciones como esta: «Te indignó un crimen racista en Estados Unidos, pero en tu país asociás a la gente morena con pobreza, ignorancia y delincuencia, en fin, la hipocresía».

En Guatemala, sectores de la población quieren afirmar que no hubo racismo en el linchamiento del sanador maya q’eqchi’ Domingo Choc, a quien quemaron vivo acusado de practicar brujería. Choc, de 56 años, colaboraba con grupos de investigación de la Universidad Del Valle de Guatemala, la Universidad de Zúrich, el University College London y National Geographic.

Religión y racismo

En el reciente foro en línea Ciencia Maya: ¿Brujería y Cosmovisión?, organizado por el Consejo del Pueblo Maya, la doctora en Antropología Aura Cumes recuerda: «No podemos pensar en las palabras brujo, bruja o brujería sin pensar en aquellas sociedades que hoy conforman el continente europeo, que casi 800 años se desangraron en terribles guerras de religión. Nosotros podemos buscar en cualquier libro de historia y encontramos ese desangramiento de esa Europa bárbara, y nosotros también podemos ver su historia sangrienta de esa manera, que es la que finalmente nos llega a nuestras tierras».

Según Cumes, la acusación de brujería se asienta en ideas deterministas, afincadas en la idea de que si Dios nos hizo de tal manera no podemos cambiar, pero también ideas deterministas donde la ciencia después tendrá un papel importante.

«Cómo podemos cuestionar nuestra subjetividad profundamente colonial, como mayas y no mayas. ¿Por qué es tan fácil matar a alguien acusado de brujo? Es fácil porque en una sociedad cristiana se piensa que se está combatiendo el mal, se está combatiendo al demonio, se está castigando una desobediencia o desacato, por lo tanto, se está haciendo un bien a la sociedad», agrega Cumes.

La también investigadora mencionó que en publicaciones de Facebook un hombre decía: «Muerte a todos los brujos por el bien de la humanidad». «Durante el genocidio último, una de las justificaciones que utilizaba Ríos Montt para legitimar sus crímenes contra las comunidades mayas era decir que merecían morir porque eran brujos que solo le traían maldición al país».

Algo parecido hizo Donald Trump en Estados Unidos al aparecer públicamente con una Biblia en la mano, lo cual tiene una carga simbólica para justificar su línea dura contra las protestas contra el racismo en todo el país y para afianzar el respaldo de sus incondicionales en la derecha religiosa.

En el mismo ensayo que mencioné, Halfon afirma: «Si el lenguaje es la casa del ser, como proponía el filósofo alemán Martín Heidegger, la casa del guatemalteco está fundida sobre la discriminación y cimentada sobre el racismo y en cualquier momento tiembla un poquito y se desmorona sobre todos». Quizá por ello se activa la violencia cuando se sugiere que el cristianismo le ha dado sentido no solo a símbolos y significados, sino a expresiones, comportamientos, actos y crímenes racistas. Pero no sé si estamos preparados para hablar de eso.

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