Medios de malformación y libertinaje de prensa


Mario Ramos_ Perfil Casi literalPor MARIO RAMOS |

«Con el pasar de los años he descubierto que el exceso de información es peor que su escasez».

Zygmunt Bauman

No existe la libertad plena. Según el filósofo Thomas Hobbes, una persona libre es un ingenio humano, un pacto social creado por el hombre prehistórico para oponerse a los vicios a fin de convivir en pacífica comunidad. Así nace el Estado, que no es más que una superestructura hecha para frenar la violencia. De modo que la libertad tiene límites. Sin discurrir mucho en materia filosófica quisiera ahondar en la manoseada idea de «libertad de expresión» y el ejercicio del periodismo en Honduras.

Según el Diccionario de Real Academia de la Lengua Española, «libertad es la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos». Su exceso, el libertinaje, es «el desenfreno en las obras o en las palabras». Estos conceptos son comúnmente confundidos por muchos profesionales que se dedican a «informar». Es obvio que algunos conocen la diferencia, pero la mayoría decide ignorarla para llevar a cabo malas acciones y satisfacer intereses personales.

La fragilidad de los medios de comunicación y su falta de ética es muy común en países como Honduras, con democracias débiles y donde la libertad de expresión ha perdido por completo su esencia, convirtiéndose en lo que la RAE llama «desenfreno de palabras». De manera directa o indirecta, muchos medios se amparan bajo esta premisa para difundir rumores, injurias y argumentos a favor de intereses vinculados a la agenda del dueño del medio. De modo que el derecho a recibir información veraz y ética no existe en este país.

En Honduras hay una variedad de programas radiales y televisivos a los que mejor sería llamar medios de «malformación», y que, con lenguaje ambiguo al cual llaman equívocamente «lenguaje popular», deforman no solo el idioma sino también el pensamiento crítico. Dichos medios se amparan bajo el Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dice: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión». Entiendo bien que la libertad de expresión y la libertad de prensa son un derecho y deben ser defendidos, pero toda libertad tiene límites.

Claro, la expresión nunca debe ser censurada pero sí puede regularse. No se le puede impedir a una persona el derecho de expresarse, pero sí debe ser penada cuando la información no es verídica y más bien manipulada. Todo medio que incite a la violencia o al delito y que promueva la discriminación o el rechazo racial, como sucede en Honduras, debe de ser castigado por la ley. La libertad de expresión debe incluir opiniones opuestas, entablar una dialéctica y en ningún caso promover el odio o los intereses personales y/o los de un partido político. La prensa libre es una manifestación moderna del pacto social del que habla Hobbes.

El negocio de la desinformación y el discurso vicioso son, sin duda, una de las grandes calamidades que afecta el desarrollo del pensamiento en Honduras, pues cuando la información se manipula, la verdad deja de ser lo importante.

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