Establishment


Gabriel García Guzmán_ Perfil Casi literalQué bella se ve la melancólica plebe en el ocaso. Cargando penas como pequeñas piedrecillas colocadas en los bolsillos del alma. Qué bello se ve su dolor colgando de los buses públicos (que en realidad son privados, y nuestros). Qué bellos nuestros niños que jalan coca, nuestra buena coca, nuestra egoísta coca, que nos aisla y nos recuerda que somos superiores… Qué bellos son los pequeños burgueses, nuestros enajenados burgueses que nos imitan puerilmente, parecen campesinos salidos torpemente del trabajo: pretendiendo ser lo que no son, viajando a Miami, vistiendo prendas de oferta como si fuesen túnicas sagradas de sacerdotes antiguos… Qué bellos nuestros trabajadores agrarios, nuestros pueblos indígenas; nuestros, sí, digo nuestros porque los tenemos en propiedad, nos pertenecen. Sus pueblos de indios existen porque nosotros mismos hemos querido que existan a través del tiempo. Qué bellos son cuando modestamente se quitan el sombrero en las fincas y nos dicen padrecito o madrecita. Qué bellas las transnacionales, perdón si cambio un poco de voz, mi emoción se transforma abruptamente en una especie de placer sexual… nuestras transnacionales traídas de septentrión nos impiden la molesta necesidad de producir riqueza… de trabajar. Yo, como los demás, me siento bellamente a leer y a esperar las rentas, a veces viajo mientras mis esclavos trabajan… es lindo ir a Suiza cada verano y pasar la navidad en Londres. ¿Competir, para qué? Nosotros competimos solamente con nuestros pobres, para mantener los privilegios una generación más. Nosotros no nos mordemos entre nosotros. Nosotros nos acariciamos entre nosotros. Nosotros fornicamos entre nosotros. Nosotros, incestuosamente, nos amamos con la sangre siempre mezclada e idéntica. Nosotros en nuestra blancura invernal somos casi uno: altos, rubios, ilustrados, atléticos o mórbidamente obesos, siempre corpulentos, nosotros. ¡Qué viva septentrión; qué viva la madre Europa; qué viva Adam Smith y el Homo economicus; qué viva la reacción; qué viva el genocidio; qué viva el calvinismo; qué vivan nuestros nietos y bisnietos; qué vivamos nosotros, ídolos invisibles y ridículos, por los siglos de tus hijos…!

El que tenga oídos, que oiga.

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