Los motivos del lobo


Gabriel García Guzmán_ Perfil Casi literal

Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.

Los motivos del lobo; Rubén Darío.

Todos consternados, la sociedad establecida (civil y política) por sobre el hombro miran a esta nueva clase de escritor salvaje e indomeñable. ¿Quién es aquel de torva mirada que va por ahí dando palo a diestra y siniestra en sus escritos? ¿No debe el escritor preocuparse solamente de la literatura; no debe abstenerse de incurrir en política o crítica social? ¿No debe el escritor favorecer el sistema establecido?

Así increpan los amigos cercanos, movidos por santas y buenas intenciones. Por otra parte, los que no aprecian tanto al escritor fovista, y ninguna razón tienen para ello, con veneno alternan diversos adjetivos, más por miedo y resquemor de estas críticas que lanza, que por un sentido de objetividad.

Diré la verdad y hablaré en primera persona. Diré el por qué de mi ferocidad, y también de la ferocidad de los míos; porque un escritor tiene derecho a ser feroz, a ser lobo malo, a ser la piedra en el zapato de su siglo. Todo escritor tiene una intencionalidad, todo escritor aprende su arte para lograr algo, para obtener algo; toda obra literaria busca una finalidad en su realidad material inmediata.

El que denuncia una injusticia, busca que la injusticia desista; en cambio, el que no denuncia (porque no hacer nada también es una acción) desea que todo siga igual, que la inequidad prevalezca, que los problemas estructurales continúen. Solo hay dos clases de escritores, de críticos literarios, de hombres y mujeres: progresistas o retrógrados.

Yo soy de esos intelectuales que no toleran ser cómplices en las desventuras de su época, de los editores mercantilistas que solamente se regodean en la crápula del capitalismo despreciando el arte, la técnica; no quiero ser cómplice del sesgo ideológico y doctrinal de esta finca (digo, estado fallido; digo, feudo; digo, colonia anglo-europea; digo, país); no quiero ser cómplice de la hambruna; no quiero ser cómplice del mal gobierno neoliberal; no quiero ser cómplice de la inmundicia y la pobreza que produce el rico; no quiero ser cómplice de los que callan en su literatura para que se harten y engorden los poderosos; no quiero ser un lame-botas en silencio.

Soy, pues, un lobo malo; destinado a la perversidad de ser consecuente y ecuánime con las mayorías sociales. Soy, pues, un escritor comprometido que no evade su siglo, su época ni su tiempo. Yo soy la fiera que acecha en las pesadillas del burgués y sus cómplices; en mis páginas se destila el odio y el resentimiento, pero al menos no vivo de humillarme ante el fuerte y vivir sin dignidad.

Lector, lector bueno y paciente y pequeñoburgués y lambiscón y ambicioso; lector, lector perverso, mucho más que yo, si quieres entretenerte en mis letras (y en las letras de los míos, pues ninguno claudica aquí)  deberás tener sed de justicia.

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