Voyager


Carlos_ Perfil Casi literalVoyager, de Marilinda Guerrero Valenzuela, es un viaje de grandes dimensiones. O más bien, un grupo de viajes en caída libre hacia un fondo inalcanzable. Justo cuando uno se aproxima al impacto final contra el suelo, pareciera que este se desmorona y regresa, entonces, el vacío interminable del sueño.

Los viajes más extensos de Voyager acontecen en un universo enrarecido y estático dentro de una imaginación inmensa, poblada de colores, de visiones fantásticas, de gatos, de dinosaurios, de luchadores, de rinocerontes, de todos esos elementos nacidos de la cultura popular. De ese universo en el que Marilinda encuentra y comparte sus motivos.

Me pareció fantástico el relato que da nombre al libro: Voyager. En él, el protagonista aparece abrazando la taza de un inodoro mientras vomita una galaxia. Así, literalmente, comienza a ver cómo la taza comienza a llenarse de planetas, cometas, soles, estrellas. Lo que más me gustó y me sorprendió fue la capacidad del relato para lograr crear una voz y una imaginación reflexiva en una circunstancia mucho más voluble, que exigiría un nivel mayor de velocidad. Y ese elemento es común a todos los relatos. Me recordó también una famosa escena de la película Trainspotting, de la que descubrí luego que Marilinda, al igual que yo, somos fanáticos. En esta escena, una persona introduce su cuerpo completo en la taza de un inodoro sucio para encontrar, a través de él, el agua transparente, diáfana, que alberga un tesoro oculto. Me gustó además esa facilidad que existe entre la introspección y la narración. Ese abundamiento del imaginario personal que con tanta fluidez se da en el relato.

Por otra parte está la idea del encierro. Pareciera subyacer a todos los relatos un protagonismo introspectivo que se mantiene inmune a la historia. Una pequeña subjetividad testigo que mira y dialoga con los cambios que acontecen sin intervenir en ellos. Los acepta, los narra. La sublimación de este elemento se da en el relato El vómito, en el que además esa subjetividad testigo aparece acompañada por un elemento más: la impotencia. Ese desesperante estar consciente sin poder demostrarlo. Ese temor angustiante de perder el yo, el cuerpo, la corporalidad que somos. El vómito es una pesadilla cíclica que termina con otra pesadilla confusa atrapada en la muerte.

El texto que inaugura el libro apela a una situación que resulta muy conocida. Ese nerviosismo fatigado que está presente en todos los momentos antes de una entrevista de trabajo. Es fácil identificarse con el personaje que se arregla, se cuida, aparta una ropa específica y sale a probar suerte en una entrevista. Todos hemos sentido eso, todos hemos conocido la angustia del desempleo. La materialización de la inseguridad, o más bien, de la seguridad del propio fracaso aparece narrada en el relato como un evento sobrenatural, un evento en el que el elegido es ascendido al cielo por alguna fuerza divina o maligna.

Quisiera llamar la atención sobre otros dos elementos: los relatos de Marilinda parecieran haber sido sacados de una escena surrealista. No recuerdo si fue Octavio Paz quien subrayó, además de la dimensión onírica e imposible del surrealismo, su dimensión narrativa; y dijo que las pinturas surrealistas contaban una historia (un tipo particular de historia: una historia imposible). En los relatos de Marilinda encontré la relación opuesta: no se trata de cuadros que narren historias, sino de historias que por su riqueza imaginativa construyen cuadros y escenas de una riquísima dimensión pictórica que se tambalea entre la alucinación y el sueño. Ese estado de hipnagógico, diría Sartre, de conciencia cautiva.

La materia prima de la literatura, al igual que de la música, es el cambio. Quien escribe relatos busca esencialmente describir el proceso de un cambio entre dos estados de cosas: un estado inicial y un estado final. Pues bien, en los relatos de Marilinda, la mayoría cortos en su extensión, este cambio es desproporcionado y enorme. Efecto que solo puede causar una imaginación abierta sin límites aparentes. Una dimensión imaginativa que trasciende al cambio que acontece, es decir, que trasciende a la historia. Y esa dimensión es la mayor riqueza del libro.

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