Enma Bonilla: resistencia, exilio y dignidad


Linda María Ordóñez_ Perfil Casi literalEl año pasado llegó a mis manos el libro Continuismo y dictadura, publicado en Tegucigalpa en 1989. Esta obra escrita por la escritora hondureña Enma Bonilla, una mujer descendiente de familia liberal, hija del expresidente Policarpo Bonilla y Enma de Bonilla, es el relato del encierro, destierro y un sinfín de hechos que se dieron durante la época de la nefasta dictadura de Tiburcio Carías Andino, en Honduras.

Doña Enma, quien también fue esposa del reconocido médico Manuel Larios Córdova, nos compartió su valioso testimonio en el que narra la lucha que lideraron las mujeres por la democracia; una lucha que surgió en espacios privados y que, como podemos apreciar a lo largo del relato, se tornó pública.

«El hondureño que no comulgaba con la dictadura podía escoger entre el encierro, el destierro, o el entierro (…) No se respetaban los derechos humanos; se allanaban ilegalmente los domicilios a cualquier hora del día». Así narra en la primera página del libro, palabras que no fueron ajenas a sus propias vivencias. Entre 1944 y 1948 ella y su familia vivieron el exilio en Guatemala, El Salvador, México, Costa Rica y Estados Unidos; fueron testigos y víctimas de tratos inhumanos, de persecución y de represión.

Enma Bonilla, junto a otras mujeres como su madre Enma de Bonilla, Paula Valentine, la profesora Visitación Padilla y la escritora Argentina Díaz Lozano, entre otras, encabezaron las filas de la famosa movilización realizada en Tegucigalpa el 4 de julio de 1944, a la que se unieron también familias enteras y estudiantes universitarios. Fue una manifestación convocada por mujeres que marchaban en contra de la dictadura, mujeres que aún sin la ciudadanía y el sufragio luchaban para que su patria tuviera elecciones libres.

Es difícil contener la emoción al leer un fragmento en el que Enma Bonilla se refiere a un ejemplar del diario La época que «hablaba horrores de las mujeres brujas, vestidas de negro, que habían asistido a una Misa Negra en la iglesia La Catedral. Esto ocurrió el 2 de junio, cuando mujeres liberales asistieron a la iglesia a rogar por los presos políticos (…) “Las mismas mujeres que beben guaro, fuman puro y escupen por el colmillo”, decía el diario», escribe.

Un aspecto interesante de esta obra es que fue escrita desde la voz de una mujer. Yo jamás había tenido la oportunidad de leer un testimonio que relatara un escenario político en Honduras desde la experiencia que vivían las mujeres, mismas que tuvieron que partir de su país, también las que se quedaron y fueron torturadas, vigiladas, violadas y perseguidas por la vigilancia del Estado.

Leer Continuismo y dictadura me ha hecho entender y reconectar con esta herencia que nos dejaron todas nuestras antepasadas, quienes tejieron los hilos indispensables para sostener las redes de la oposición y el exilio. Honduras ha sido territorio de mujeres gigantes, de grandes pensadoras, de estrategas resistentes, mujeres defensoras de tantos espacios que han sido asediados por la violencia institucionalizada por gobiernos corruptos. Siento gratitud hacia todas estas mujeres, hacia doña Enmita Bonilla por escribir, compartir y recuperar parte de nuestra memoria histórica.

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