Prosumidores infoxicados


El 2020 nos está ganando la partida en este juego de «estancado» que se empecinó en extender indefinidamente. Estos ciento cincuenta mini ciclos de veinticuatro horas que hemos pasado pseudoaislados nos han servido para aceptar la derrota y decidir cuál será el virus que acabará con nuestra agonía: el del encierro pandémico, el de la ansiedad, el de la miseria o el del egoísmo. Parece que estamos atrapados, somos el jamón del sándwich de la bancarrota y del hastío que se está preparando el devorador de galaxias.

Puedo imaginar la escena: cuando este infame devorador tomó el celular para hacer su pedido de súper a domicilio, se le hizo agua la boca al pensar en su ingrediente favorito: el humus neptuniano sazonado con delicadas notas de especias extraídas de los aros de Saturno. Le gustaba untarlo sobre dos hogazas de moonbrioche recién rodajado.

Lamentablemente —le dijo el chavo que tomaba el pedido— el humus se había agotado. Le explicó que, por la altísima demanda, ya era tan exótico como los rollos de celulosa procesada que los terrícolas consumían en cantidades industriales para limpiar su segunda boca.

Mmmm, entonces, ¿otras opciones para su sándwich? El chispudo chavo del súper le ofreció una nueva multiproteína que se estaba vendiendo bastante bien y de la que había suficiente existencia. Precisamente era una variante de los terrícolas retrógradas que no necesitaban ayuda para extinguirse porque solitos sacaban la tarea.

La nueva marca de terrícolas era una genéticamente procesada, empacada al vacío y etiquetada como «prosumidores infoxicados»; una delicia extra crunchy de reciente cultivo. ¿Cuál es la novedad? Que al morder sus cabecitas duras por fuera, pero suavecitas por dentro, el relleno libera microdescargas que se sienten en el paladar como explosiones de sabor. Esto se debe a que la jugosa materia gris se encuentra saturada de la información digital que ellos mismos producen y consumen. ¡Cool!

Así que el devorador de galaxias con gusto y curiosidad adquirió una libra de terrícolas prosumidores infoxicados para probar en su sándwich. Es una lástima porque no fueron cien por ciento de su agrado ya que no repitió la compra. Creo que no servimos ni siquiera para ser el jamón de un sándwich de bancarrota y hastío.

Así que vamos de vuelta a la ruleta rusa para escoger de qué morir en este callejón sin salida en el que nos metimos. Estamos tan intoxicados de información que ya no sabemos si fue buena idea eso de convertirnos en productores masivos de contenido que nosotros mismos consumimos ávidamente por puro deporte.

Creo que lo único bueno de este fenómeno de hiperconexión es que ya nadie puede justificar su ignorancia como producto de la desinformación. Porque hasta los ignorantes estamos informados y tenemos la descarada capacidad de producir y consumir toda la cantidad de contenido que la gula audiovideotextual nos permita. ¡Buen provecho!

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