Guatemala: Capital Iberoamericana de la Amargura


Angélica Quiñonez_ Perfil Casi literal.jpgEstimados pasajeros, sean bienvenidos al país de las maravillas. Si miran a su ventana izquierda, conocerán la ciudad capital que en 2015 recibió, de manos de la alcaldesa madrileña, la representación honoraria de todas las culturas iberoamericanas. Observen la ciudad que ostenta también el título de la más fea del mundo según una publicación internacional y aprecien su exótica concentración de arquitecturas decadentes, restaurantes de comida rápida y policías de tránsito. No olviden también reservar su cupo para el espectáculo de motocicletas que traerá horas de alegría destructiva en uno de los monumentos artísticos más importantes del país: ¡diversión para toda la familia!

Esta es la ciudad que embellecieron varias dictaduras con magníficos palacios, suntuosas estatuas y monumentos marciales. Uno de sus gobernantes tuvo la brillante idea de reproducir en este paraje tropical un pequeño París, como lo manifiesta esa aparatosa y vulgar construcción al sur del Centro. Otro de sus gobernantes edificó un palacio marcial que reúne las combinaciones más disparatadas de diseño arquitectónico como un proyecto megalómano. En fin, ya saben ustedes que a los gobiernos tercermundistas siempre les falta presupuesto, pero les sobran las fantasías.

Esta ciudad tiene una historia muy intrincada que incluyó 36 años de conflicto armado interno. Es mejor que ustedes se abstengan de generar preguntas sobre este tema. Los habitantes de esta ciudad tienen escaso o nulo conocimiento de esta guerra civil porque aborrecen el estudio de la historia y la memoria colectiva suele reservarse para las letras de reggaetón. Este es buen momento para recordarles que guarden sus precauciones: la policía local reportó más de 6 mil robos y 609 muertes violentas en 2015. Anden siempre con cuidado, por favor: el último presidente de este país y su vicepresidente fueron encarcelados por un magnífico escándalo de corrupción. Sin embargo, el gobierno actual solo ha alcanzado a robarle al pueblo su dignidad.

Se dice que un terremoto en 1976 provocó una tragedia masiva en toda la república, con miles de fallecidos en la zona rural y destrucción en muchos edificios históricos y comerciales. Como resultado esta ciudad recibió una masiva ola de migración y una consecuente expansión de la zona metropolitana en las direcciones más confusas e ineficientes posibles. No se sorprendan si un sumidero repentinamente se traga una colonia completa o si descubren una zona residencial densamente poblada en las áreas más riesgosas de una ladera. La ingeniería de esta ciudad tiene curiosas prioridades. Un colector defectuoso originó el derrumbe que destruyó parte del cementerio general el año pasado. En esta ciudad ni siquiera los muertos están seguros.

Tenemos la fortuna de visitar la metrópoli en la temporada seca. Los meses de lluvia se caracterizan por el típico colapso de los sistemas de drenaje. A pesar de la certeza que tienen los ciclos meteorológicos, las cañerías perpetúan cada año su ciclo de erosión en el subsuelo y podrían provocar “misteriosos” cráteres que derrumban barrios completos, como lo han de recordar quienes nos visitaron en 2010.

Pero sin duda se estarán preguntando por las personas que conviven en esta tacita de plata. Como habrán escuchado, casi un tercio de la población total habita la reducida área metropolitana. Más de 700,000 personas viven en situaciones de pobreza, distribuidas en más de 300 asentamientos urbanos. Pero la verdadera pobreza podrán apreciarla ahora que nos acercamos a la Sexta Avenida de la llamada Zona Uno. Como podrán ver, este espacio cultural, con sus diversas obras de arte, ha sido devastado en señal de una valiente protesta por el derecho para vender baratijas. Muchos de ustedes me han preguntado dónde están los ciudadanos que protagonizaron algunas fotografías virales con sonrisas solidarias reunidas en la Plaza Central para demandar sus derechos en manifestaciones pacíficas y honestas. Déjenme aclararles que se trata de un fotomontaje. Esta población, como les mencioné, tiene muy mala memoria y algunos sociólogos coinciden en que esto provoca una grave falta de empatía y prudencia. Pero no se preocupen. Las autoridades municipales están aquí para guiarles a zonas más placenteras con menor presencia de los habitantes nativos y suficientes áreas verdes para compartir con la clase rubia y asalariada. Nos encanta pensar que eso es lo mejor que ofrece este fantástico país.

Bueno, señores pasajeros, estamos terminando nuestro recorrido y les repito que ingresamos a una zona de alta siniestralidad. Recuerden que en Guatemala no nos hacemos responsables por cualquier pérdida, total o parcial, de sus pertenencias, patrimonio o esperanza de vida. Gracias por preferirnos. Esperamos que vuelvan.

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