Toki pona


Angélica Quiñonez_ Perfil Casi literal.jpgCasi por casualidad he estado pensando en la hipótesis de Sapir-Whorf. Tenemos un lenguaje, un conjunto de signos con condiciones y reglas que determinan enormemente nuestra potencia de pensar y sentir. Quizás tenemos demasiadas palabras para expresar las cosas más sencillas, o acaso muy pocos para sentir que nos hemos sincerado por completo. Nuestras grandes verdades y dificultosas confesiones probablemente son ruido para un desatinado interlocutor. Y quizás sea esa la razón por la que encuentro tanto sosiego en el ejercicio, posiblemente trillado, de escribir poesía.

Con esta idea en mente, llegó a mi conocimiento el concepto de toki pona, un lenguaje mínimo desarrollado por Sonja Lang en 2011. Consta de tan solo 14 fonemas y 120 palabras raíz. A manera de un pidgin, encierra conceptos universales del lenguaje que deben emplearse para comunicar ideas simplificadas. El libro oficial, Toki pona: The Language of Good, se publicó en 2014 para difundir su curiosa lengua entre el público angloparlante. Evidentemente he llegado un poco tarde al fenómeno virtual de este microlenguaje, pero he encontrado muchos recursos, desde comunidades hablantes hasta traductores, poetas y teoristas.

Diferente del famoso esperanto, el élfico tolkeniano, el na’vi producido para James Cameron o el atlantiano generado para Walt Disney Studios (entre otros), el toki pona es un lenguaje inventado por el propósito de una filosofía vital. Lang desarrolló el idioma con la mentalidad Zen, como indica su nombre traducido (“charla buena). La autora lo ha llamado un acercamiento depurado a la manera en que nos comunicamos, reduciendo nuestras palabras para ampliar nuestros pensamientos. También se dice que es posible amaestrar el idioma en cuestión de 30 minutos, así que, con una copia digital del libro, decidí aprender lo suficiente para traducir un poema de mi autoría.

Lo primero que noté fue la presencia de sonidos parecidos al balbuceo infantil: no existen los sonidos r, d, f, g, b o v. Las cinco vocales tienen la pronunciación exacta del español. La gramática, similarmente, obvia la necesidad de mayúsculas en el inicio de las oraciones y se limita a nombres propios de personas, lugares o religiones. No existen los verbos copulativos ni una manera de diferenciar si cualquier palabra es singular o plural. Las palabras son verbos y sustantivos a la vez, sin capacidad de manifestar tiempos verbales. La frase mi pona significa “soy buena” o “estoy bien” o “yo arreglo”.

La “gracia” del toki pona, señala Lang en el libro, recae en nuestra capacidad para hallar la manera de conectarnos con nuestro interlocutor y compartir ese sonido inocuo, similar al juego entre los niños. Inmediatamente uní esta idea al concepto de juego que Sigmund Freud describió en Der Dichter und das Phantasieren (El creador literario y el fantaseo). Sin ánimo de ofender a ningún académico, siempre he pensado que la contribución más duradera de Freud no fue a la psicología sino a la poética. Parafraseando al padre del psicoanálisis: “El opuesto del juego no es lo serio sino lo real. A pesar de la emoción con la que se construye su mundo de juego, el niño lo distingue perfectamente de la realidad; disfruta unir los objetos y situaciones imaginarias con objetos tangibles y visibles en el mundo real. Este vínculo diferencia el juego del niño del fantaseo”. El poeta, de acuerdo con esta descripción, es un ente que construye, que reúne una mayor cantidad de objetos y nombres para superponer diversas ideas y conceptos con emociones específicas, totales. El objetivo del poeta es esa creación bizarra, comprendida y rebuscada desde él mismo pero proyectada hacia el mundo real.

Ahora bien, encuentro una alegre paradoja en la manera en que el toki pona traiciona la intención de la poesía. Una metáfora necesariamente acompleja las emociones o los objetos que refleja un poeta sobre ellas. Por otra parte, el toki pona elimina esta necesidad de más palabras, de la precisión y exactitud lingüística que conforman una metáfora memorable. A pesar de esta marcada diferencia, percibo una hermosa conjunción: la sensación de independencia absoluta de la poesía y el juego infantil, unida a este lenguaje de balbuceos espontáneos y gramáticas por demás elementales.

Al final de las 134 páginas dedicadas a este extraño lenguaje, en cuestión de un par de horas, armada con el diccionario y las leyes simples de gramática, procuré unas pocas líneas. De antemano me disculpo si mi ortografía en toki pona no es adecuada. Después de todo estudié todo este idioma antes de desayunar.

Pero te vas

Y yo sólo pierdo mi cometa en una noche total.

Partís, mi breve destello de hielo, mi vacío, mi música ausente, mi instante fuera del tiempo.

Y sos tan cruel, tan permanente, tan hiriente con tu estela de fuego

Grabada en el horizonte que jamás me tocaste.

 

sina tawa

mi pana kiwen la tenpo pimeja

sina tawa, suno lili lete mi, ala mi, kalama musi weka mi, tenpo weka tan ni mi

sina lon mute ike, mute awen, mute seli, poka suno seli sina

sitelen sewi supa sewi sina pilin ala

¿Quién es Angélica Quiñonez?

¿Cuánto te gustó este artículo?

Califícalo.

0 / 5. 0


1 Respuesta a "Toki pona"

  1. Jamas habia escuchado tanta variedad de alternativas para hacer un solo lenguaje de comunicacion universal. Habia escuchado de Sanscrito y el Esperanto, pero el resto es novedad. Siempre se aprende algo nuevo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

desplazarse a la parte superior