Con sus letras llegaron a infinitas realidades sin notar su inmortalidad. El mundo de los juegos literarios no les bastó, pero su vida fue suficiente para montar diferentes escenarios. Las incontables nuevas palabras los obligaron a modificar lo conocido. Con todo eso, no fue suficiente obtener el más grande reconocimiento en la literatura, sin embargo, tampoco limito el reconocimiento universal de sus obras.
Jorge Luis Borges (1899-1986), uno de los más grandes escritores latinoamericanos del siglo XX. Creador de un estilo único donde juega con el tiempo, veracidad y realidad de sus personajes y con la realidad del lector. De la mano del movimiento vanguardista cultivó cuentos fantásticos, poemas y ensayos. Entre sus tantas publicaciones están Ficciones (1944), una recopilación de cuentos que lo consolida y marca un parteaguas que consagra sus siguientes publicaciones, tales como El Aleph (1949) y El Hacedor (1960).
Julio Cortázar (1914-1984), cuentista y novelista, cae en una línea narrativa donde lo cotidiano de la vida —y de su vida— y lo fantástico toman posesión de sus relatos. En su novela Rayuela (1963), el lector forma parte importante de las diferentes formas en que se propone la lectura. No obstante, con Bestiario (1951), inició su verdadero reconocimiento literario. La literatura de Cortázar rompe con esquemas y géneros. Su faceta de cuentista fue exquisita.
Roberto Bolaño (1953-2003) su vida literaria fue corta, pero deja un legado grandioso de cuentos, novelas y ensayos. Los detectives salvajes (1998), es la novela con la que se dio a conocer. Ya entonces Bolaño luchaba contra una enfermedad hepática que lo motivaría a apresurar su creación literaria. En el 2000 publicó Nocturno de Chile después de su visita a este país, mismo en el que nació y que no visitaba hacía 20 años. Bolaño presenta una narrativa novedosa que lleva al lenguaje a otro nivel.
Estos escritores, dueños de un universo literario que ha invadido el mundo con sus letras en diferentes idiomas y sus personajes, han quedado fuera de los laureados del Nobel. El poder ideológico (y las influencias que esto genera) tiene un lugar privilegiado en el jurado, de esa forma puede tomar decisiones en favor de sus intereses (como en todo). No hace falta mencionar que son solo algunos de los tantos escritores alrededor del mundo que no lo han recibido (Virginia Woolf y James Joyce, por mencionar algunos, tampoco lo recibieron). Más interesante aún es que no lo necesitaron para trascender el tiempo junto a sus obras.
†
Totalmente de acuerdo con lo que expresas. Los reconocimientos y premios (igual que los concursos en los que los escritores agotamos nuestros intentos de trascender hasta la publicación), tienen sesgos ideológicos. No se puede esperar otra cosa, en tanto los seres humanos los tenemos incorporados y vemos nuestro mundo como los peces en la pecera (¿podrán imaginarse el océano, dando vueltas en los recipientes de vidrio?). Con respecto a Borges, creo que olvidaste mencionar un hito en su obra poética: «La Cifra», un libro maravilloso en el que se inaugura una nueva poética para Latinoamérica. No se necesitó más que su inspiración y su trabajo cotidiano para romper con las formas de poesía aceptadas y aplaudidas desde hacía más de dos siglos. Un abrazo desde Argentina, querida Vivian!
¡Un abrazo hasta la hermosa Argentina!