Baila: Playlist II fue el libro ganador del Certamen Permanente Centroamericano 15 de septiembre 2021, del autor guatemalteco César Yumán, publicado por Editorial Cultura hasta abril de 2023 por azares y atrasos a cargo del Ministerio de Cultura de Guatemala.
El libro está compuesto por ocho relatos que llevan por título los nombres de canciones de ritmos latinos, que se entrelazan con calor, baile, drama y amor o desamor: “Mil horas 4:36 – La Sonora Dinamita”; “Lambada 3:26 – Kaoma”; “Que nadie sepa mi sufrir 4:05 – La Sonora Dinamita”; “Qué locura enamorarme de ti 5:05 – Eddie Santiago”; “Un montón de estrellas 6:05 – Polo Montañez”; “Pa’ dónde se fue 4:07 – Mon Laferte”; “Entrega de amor 2:53 – Los Ángeles Azules con Saúl Hernández”; “No es amor (remix) 4:11 – Enrique Iglesias”.
Me puedo equivocar, pero este conjunto de relatos no dejará indiferente a quien haga expreso su rechazo o desprecio por la música latina (algo que pasa por racializar lo urbano y lo popular), cuyos leit motiv giran alrededor del cuerpo y el deseo. ¿Qué encontré en Baila: Playlist II? Matices, violencia, amor, desesperación. También hay humedad: cómo no haberla ni hallarla; quienes bailamos conocemos un tipo de humedad distinta.
Bailar es un acto íntimo que puede ser a solas o en compañía. En este libro habita una nostalgia que me traslada a lugares que amé, en los que fueron vencidos alma y cuerpo, donde consintieron el vencimiento. Me traslada a lugares donde hubo humedad y breve y potente alegría. Porque en el baile hay posibilidad de existir sin hablar y de comunicar sin filtros.
Bailar no solo es una acción erótica del cuerpo, también es melancolía en un San José o varios o todos, que se convierte en ese lugar común que tenemos quienes hemos nacido, venido y regresado al trópico; donde las razones y los porqués de la vida son pocos, vacíos o inexistentes, pero las pulsaciones han sido, son y serán muchas; donde las vidas debajo del promedio —es decir, las mayorías— tienen poca libertad de elección, ya sea una droga u otra. San José en el libro, más que un lugar, es también otro personaje perdido en el rincón del mundo que acumula el sudor, la corrupción, los vicios, el dolor y la ternura.
En Baila: Playlist II, Yumán escribe sobre una violencia convertida-vertida en un sentir oleoso, caliente y profundo que recorre las pieles oscuras, canelas y pardas. Una violencia que abraza con “s” y con “z”, la violencia es cotidiana; y en este libro es contemplada y capturada en su representación justa, ni apología ni desdén ni juicio. Se deja existir porque está ahí y no se puede ocultar lo evidente.
Y son estos ritmos latinos, urbanos y violentos con sabor a piel canela los que logran unir una masa amorfa, un sentir de identidad donde la identidad ha sido forjada con olvido y vergüenza, con pobreza e ideales de justicia.
Hombres y mujeres en toda su binariedad bailan y tienen sexo con sus matices de ingenuidad, deseo, violación, ignorancia y pasión; y todo en ellos tiene una dilatada brevedad.
Me desconcierta un tanto —y esa es pregunta directa para el autor: para otro momento o para más tarde— la figura del policía como héroe enamorado, de esa manera de amar latina-mestiza, sufriendo a destiempo, sin prisas y en un eco que regresa y regresa; porque el tiempo es un dios que baila y que sabe cuándo acaba la pista, cuándo la bala, cuándo la despedida encuentra la diana o cuán corta es la vida. Dejando grabadas canciones “como si la vida no tuviera coincidencias, sólo aciertos” y mucha culpa.
Por un momento, los cuentos se me antojaron una misma historia vista y narrada desde varios cuerpos, ojos, labios y tiempos: de periodista, de adolescente, de hombre, de niña, de mujer engañada, de mujer dura y armada, de amante anhelante, de hija aún llena de amor por paternidades fugitivas, del policía dejando ver su lado bueno y que se va construyendo su propia idea de justicia con recuerdos de retazos de amor. A quien vemos crecer eligiendo sus pérdidas y asumiendo el poder —el poco que puede tener— para rendirse a la acción-el lado B del día.
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Después de que escribiera este texto, Yumán explicó algunos detalles del personaje policía como el antihéroe del género policiaco, tan de moda y que es capaz de transformarse y reinterpretarse. Cuando leí el libro, zumbaba en mis adentros el mantra “A mí me cuidan mis amigas, no la Policía”; sin embargo, lo disfruté en mis viajes en Transmetro por calles llenas de melancolía, deseo y miseria.
Además, el relato “Pa’ dónde se fue 4:07” es el mejor ejemplo de transtextualidad en relatos cortos guatemaltecos que he leído hasta ahora, y la mejor reinterpretación de la letra de Norma Monserrat Bustamante Laferte, que desde que la escuché por primera vez me resuena como un tema por atender, desdoblar y repensar en sociedades como la nuestra.
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