Vademecum: relatos con perspectiva de disección


Noe Vásquez ReynaConozco al escritor guatemalteco Leonel González de León desde que coincidimos escribiendo para la revista centroamericana Casi literal. Sus reseñas o comentarios sobre autores y libros siempre me invitan a desear ser como él: un lector y un escribiente promiscuo, ya que sus letras las encontraremos también en artículos de El Acordeón, la revista cultural de El Periódico de Guatemala; además, en medios uruguayos como La Diaria y en su propio blog: El viento de Luvina. Aquí les dejo un texto de su autoría sobre Saramago y otro sobre Pligia, para que vean de lo que hablo.

Para mi sorpresa e intereses, resultó que Leonel es médico. Cuando cursaba el segundo año de medicina me parecía irreconciliable disfrutarme Orlando de Virginia Woolf, Plenitud de Amado Nervo o «La casa de Asterión» de Jorge Luis Borges y dejarle espacio a la Bioquímica y la Fisiología. Yo lo dejé y me quedé con la amante: la literatura, en referencia a la frase atribuida a Antón Chejov: «La Medicina es mi esposa y la Literatura es mi amante». Y bueno, doy fe de haber visto a Leonel con el hábito de esposo responsable en el IGGS de la Zona 9 y de haberlo leído como el amante insaciable en sus textos.

Leonel González De León

Leonel González De León

En la primera presentación de Vademecum, el primer libro de cuentos de González de León, la colega y escritora Angélica Quiñonez mencionó que este libro era un híbrido que se alejaba de la forma tradicional (y aburrida, agrego yo) en que viene dictada la mayoría —y por suerte no única— de la narrativa guatemalteca. Su estructura es de diccionario farmacéutico que lleva en cada comentario una pequeña puerta, como las de Alicia, a lugares que sabemos que existen pero que evitamos.

La escritora Gloria Hernández insistió bien para que Leonel publicara Vademecum, título que deriva del latín y significa “ven conmigo”. De alguna manera entiendo la insistencia. Estar tan cerca de los cuerpos y de la enfermedad (que es realmente cuando lo importante se reafirma) da perspectivas de disección. Este autor antigüeño y voraz lector usa escarpelo en la ficción.

«Pasamos la vida llevando a cuestas un desconocido: nuestro cuerpo. Tomamos la parte por el todo y de él sólo conocemos la superficie, el revestimiento», dice el mexicano José Emilio Pacheco en su poema «Carnada» y que conozco gracias a Leonel.

Leonel también deja pistas, huellas, caminos para llegar a autoras y autores ocultos. En su poema «El nieto», el peruano José Watanabe dice que «la gente no muere de un órgano enfermo/ sino de un órgano que inicia una secreta metamorfosis/ hasta ser animal maduro y dispuesto/ a abandonarnos».

En su ensayo De la Enfermedad, Virginia Woolf expresa que «(…) resulta en verdad extraño que la enfermedad no haya ocupado su lugar con el amor, la batalla y los celos entre los principales temas literarios».

El ser occidental pretende desvincularse de su propio cuerpo y cuando se habla de salud rápidamente pensamos en fármacos y cirugías. ¿Se nos ocurre que Alejandro Sanz talvez tendría razón al cantar: «entre la vida y la muerte se piensa tan diferente»? Llevo como mito urbano, al igual que Thomas Bernhard, que quien ha experimentado en su cuerpo la crueldad o la enfermedad como un paso hacia el fin ha adquirido una dimensión polifacética y atemporal de la conciencia.

Los escritores que logran que en sus páginas se sientan los cuerpos y sus circunstancias, ya de por sí universos complejos, tienen, además, del don de la observación-investigación, la humanidad necesaria para saberse finitos.

Con Vademecum, Leonel nos hace la invitación para que nos acerquemos, desde la reinterpretación quizá de su propia rutina, a una ficción capaz de la hibridación de estados de conciencia: la ficcional-narrativa y la realidad cotidiana cuasinaturalista que fotografía breves instantes en los cuales organismos vivos a veces no lo logran.

Vengo de una familia mitad químicas y químicos y, aun así, los nombres de los relatos de Vademecum son un reto. En la primera lectura marqué con lápiz «Misoprostol», «Oxitocina» y «Zidovudina», tres relatos en que los personajes me muestran una capa más profunda de piel, de enfermedad social, de capacidad para describir la realidad y el hoy como registro del infierno que siempre hemos sido.

Agradezco a Leonel la síntesis, los silencios y las lecturas que me descubre.

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1 Respuesta a "Vademecum: relatos con perspectiva de disección"

  1. Ana Victoria dice:

    Felicitaciones a este apóstol de la medicina y artista de la palabra! Espero que su libro lleve la huella de su ciudad natal y trascienda por todos los lados del mundo. Su experiencia necesita ser leída. Un abrazo grande .

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