La lucha por la emancipación femenina se ha traducido en logros graduales que han reivindicado el rol de nosotras las mujeres a lo largo de la historia. No obstante, el machismo sigue siendo la barrera que hay que derribar para poder transformar plenamente el papel que desempeñamos nosotras en la sociedad y todavía falta mucho camino por recorrer en ese sentido.
Sin embargo, antes de seguir en este camino, debemos eliminar los estereotipos y estigmas creados a partir de un feminismo tergiversado. Este enfoque erróneo nos conduce, por ejemplo, a tildar de “retrógradas” y “anticuadas” a las mujeres que desempeñan de forma voluntaria el rol de madre y/o de esposa, cuando en realidad la verdadera emancipación consiste en ser dueñas de nuestras decisiones, cualesquiera que éstas sean.
Al parecer hay mujeres que han malinterpretado el propósito de la búsqueda de independencia femenina, creyendo que independencia se refiere exclusivamente a ser autosuficientes a nivel económico, profesional e incluso emocional, cuando la autonomía va más allá de eso.
La emancipación femenina consiste en tener plena libertad en todos los aspectos: ideológicos, creativos, sexuales, emocionales, espirituales, etcétera. Esto significa que el sistema no moldeará mis ideas, sino que como mujer me siento lo suficientemente dueña de mí misma para construir mis esquemas ideológicos y así poder vivir bajo mis propios criterios respetando la libertad de otras personas.
En otras palabras, la verdadera independencia se construye partiendo de la búsqueda interna de nuestra esencia femenina particular; aquella que no ha sido moldeada por la sociedad y que es inherente a cada una de nosotras.
Por ahora el desafío sigue siendo la búsqueda de independencia aunado a la lucha contra el machismo, pero desde una perspectiva distinta. Si logramos encauzar nuestros esfuerzos por esa vía, iremos por muy buen camino.
†
¿Quién es María Alejandra Guzmán?
Muy acertado tu enfoque, María Alejandra. Pero aún creo que el principal obstáculo para nuestra emancipación somos nosotras mismas…
El feminismo, que en sus inicios era un movimiento valiente por los derechos femeninos se ha convertido paulatinamente (como casi todas las ideologías revolucionarias) en un fanatismo que se expresa precisamente en la frase «luchar contra el machismo».
En mi humilde opinión, ningún movimiento libertario puede legar a buen término si lo que busca es la destrucción de un «otro».
Abogar por la libertad consiste en que todos la logren, independientemente de cualquier otro rasgo que no sea la humanidad. Quien se compromete con la libertad quiere que los hombres también sean libres del marcaje social que los convierte en opresores, ya que ningún ser humano de bien desea oprimir a nadie (no creo que esté en la esencia del género masculino el convertirse en asesino (o femicida), ni que la violencia de género se asocie a algún gen que se transmite sólo a los varones).
En ese sentido, creo que lo que deberíamos poder afrontar es que quienes formamos a los varones somos desde el inicio de la crianza (y de manera preponderante) nosotras, las mujeres.
Reflexionar sobre cómo criamos varones, cómo desde el primer día de vida (y aún antes) la familia recibe a un ser de uno u otro sexo, cómo desde nuestro propio comportamiento, de manera conciente o inconcientemente, transmitimos el marcaje social sexista a nuestros hijos, es lo primero que tendríamos que abordar.
Muchas gracias por hacer escuchar la voz auténtica de la libertad desde tu espacio.
Concuerdo con su opinión. Muchas gracias por compartir sus apreciaciones con nosotros, le mando un cordial saludo desde Guatemala.