No: Einstein no dijo eso


Darío Jovel_ Perfil Casi literalExisten frases de internet, máximas y aforismos que en sí mismos parecen ser tajantes, perfectos y casi escogidos entre el riachuelo de palabras para pasar a la eternidad. Sin embargo, por lo general sus supuestos autores jamás fueron tal cosa. Lo curioso es que muchos personajes son conocidos casi únicamente por estas frases de internet que se escapan de su autoría.

«La definición de la locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados». A Einstein se le atribuyen estas palabras, pero no hay ninguna prueba de ello y, en realidad, siguiendo su vida, uno se da cuenta de que su creencia era contraria a la reflexión que esta frase pretende que hagamos.

Con «El fin justifica los medios» ocurre lo mismo: Maquiavelo ha sido siempre mencionado como el supuesto autor; no obstante, va en contra de lo que él plasmó en El príncipe, donde no para de recomendar la prudencia y cuidar los modos sobre cualquier cosa. La dichosa frase fue encontrada en la copia del libro que tenía Napoleón, escrita por el propio Napoleón, pero que un efecto de teléfono descompuesto acabo dándole los créditos no deseados a Maquiavelo.

«Sé el cambio que deseas ver en el mundo». Este caso es más «salvable» ya que no se trata de una mala interpretación o de un error de autoría como tal, sino de un resumen. Las palabras reales de Gandhi fueron más extensas y menos lindas: «Si pudiéramos cambiarnos a nosotros mismos, las tendencias en el mundo también cambiarían. Así como un hombre cambia su propia naturaleza, también cambia la actitud del mundo hacia él. No necesitamos esperar para ver lo que hacen los demás». Supongo que con el tiempo fue dando pereza recordarlo todo y su resumen quedaba perfecto para ponerlo en camisetas.

Más allá de lo evidente, ¿por qué debemos justificar pensamientos e ideas con la bendición de otro? ¿Acaso es menester que un personaje «de los buenos» haya dicho algo para que esa idea valga la pena? En el caso contrario, ¿es necesario que uno «de los malos» haya escrito algo para que podamos considerarlo, etiquetarlo negativamente?

En algún punto nos dejó de interesar lo que se dice e importó más el quién lo dice, y estas frases de internet reforzaron ese desinterés. De esa forma las ideas no tenían valor por sí mismas, luego un libro o película resultaba ser heredero de los pecados de su autor, como si, luego de juzgar la vida de un ingeniero, decidiéramos tirar sus puentes.

Nos vemos en la necesidad de adjudicar falsos dichos porque una bella reflexión gana más fuerza si la dijo Gandhi que si la dice Juan López y una atrocidad es más deleznable si fue pronunciada por Mussolini y no fruto de la mente de Jaimito. Además, las atrocidades que haya dicho Gandhi hay que sepultarlas y cualquier cosa coherente que haya dicho Mussolini igual, porque los buenos deben ser siempre muy buenos y los malos muy malos.

Pero mientras internet siga dándonos carteles motivacionales todo está bien. Con esta misma fórmula, cuando tengamos algo que suene inteligente, pero no estemos seguros de que realmente lo sea, solo hay que agregarle un «Jorge Luis Borges» al final y listo: nuestras palabras ya son sabias; o un «Adolfo Hitler» y ya tendremos algo que será cien por ciento condenable.

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