Mamá


Corina Rueda Borrero_ Perfil Casi literalA diferencia de la mayoría de los países del mundo, en Panamá se celebra el Día de las Madres el 8 de diciembre, conocido también como el día de la Inmaculada Concepción en la tradición católica. Pero en fin, el día de ayer fue la primera vez que pasé este día sin mi mamá por motivo de viaje, por lo que una ola de existencialismo me ha inundado bajo todo lo que realmente significa mi madre para mí.

Lo más probable es que salgamos con la típica salida que el día de las madres es todos los días, y en efecto lo es, pero por una extraña razón estas conmemoraciones resaltan roles, orígenes y sentimientos que pueden estar ahí todo el año, pero por el hecho que la fecha tiene un fin especial nos hace volcar toda nuestra atención hacia eso, en este caso, a nuestras madres.

Es difícil explicar en muchas o pocas líneas lo que significa mi madre, para mí ella simplemente no debe envejecer, debe abrazarme y tocar mis mejillas con sus manos que para mí siguen siendo las mismas, debe mirarme tras sus perpetuos lentes bifocales con esos ojos muy parecidos a los míos, debe preparar coditos todos los domingos y vestir sus blusas coloridas los lunes cuando sale apurada al trabajo con ese reconocible taconeo que de seguro carga bolsas con planos y trabajos de estudiantes repletos de marcas rojas.

Para mí mi mamá está en cada parte de mi cuerpo, en el pelo rizado que luzco con orgullo y el gen francés que culpo por mi falta de busto, en la miopía y en esas cicatrices de las caídas en la niñez. Ella está en mi carácter y en mi pasión por mis estudios, en mi terrible costumbre de corregir horrores ortográficos y esa manía de vivir en las nubes la mitad del tiempo.

La veo en pregones: “hueles a alambique” (cuando alguien huele a alcohol), “andas de absoluta” (cuando no he reportado mi paradero) o “andas pateando calle” (cuando llevo días que a justas llego a casa); y también la veo en recomendaciones que me hago a mí misma dado a su insistencia en repetirme sus consejos hasta el cansancio: “cúbrete el cuello para no resfriarte”,  “lleva un paraguas por si acaso, nunca se sabe” y (mi favorito) “cámbiate la ropa mojada”.

Creo que todos tenemos formas particulares de ver a nuestras madres en todos lados, en especial en nosotros mismos que somos el reflejo de sus enseñanzas, pero esto no quiere decir que tengamos mamitis, sino que somos capaces de reconocer de dónde proviene toda esa sabiduría.

Te amo mamá, ayer, hoy y siempre, ¡feliz día!

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