Es posible escribir las impresiones que deja The Friend ̶ El amigo ̶ , de Sigrid Nunez (Nueva York, 1951), y apilarlas junto al prestigioso premio National Book Award que ganó a finales del año pasado, y aun así no sería suficiente. Es una novela potente, conmovedora hasta más no poder, pero sin caer en las trampas y recursos temáticos propios de otras industrias, como la de Hollywood, que tienen el fin de provocar una reacción emocional pero carecen de contenido.
La intensidad con que Nunez narra la historia de una mujer que afronta la pérdida de su mentor literario y se ve de repente como guardiana de un gran danés, resulta digna de admirar. No solo por la sencillez con la que su prosa es capaz de cargar con temas profundos con los que nos vemos obligados a lidiar, dibujando a ratos una especie de soliloquios proustianos con su protagonista, pero que se despojan de esa forma clásica de transmitir ideas complejas acerca de la muerte, el dolor, el amor, el arte y la soledad. En su lugar utiliza una fórmula que se siente refrescante, nueva y que le habla al lector con ideas concretas, cargadas de referencias literarias que sirven no como largas digresiones, sino como pequeñas y simples conversaciones que tendríamos en un café con una persona a quien le tenemos confianza y le hemos comenzado a sentir cariño.
De esa manera, la evolución en la relación entre el perro y la protagonista se transforma en un diario psicológico que transcurre en un pequeño apartamento en que apenas caben ambos y que, además, tiene la restricción de poseer animales.
En el momento que comienzan a surgir estas dificultades, Nunez apela a la observación de la conducta humana para llevar una crónica de los acontecimientos que ocurren sin orden temporal, movidos por lo que ella va descubriendo poco a poco: que su aislamiento la lleva a entender parte de la humanidad, gracias a lo que ella y otros personajes proyectan a través del perro, que a su vez nos da a entender que pese a que ellos ̶ los perros ̶ nos perciben a los humanos como dioses, en nuestra superioridad adulta usualmente los tratamos como cosas, pasando por alto que ellos probablemente nos entienden mejor que nosotros a ellos.
Resulta admirable que esta novela logre que converjan tantas emociones de manera efectiva y concisa, cambiando nuestra percepción de hacia dónde podría dirigirse la historia. En su lugar nos prepara, como lo hace desde el inicio, a lidiar con la inevitabilidad existencial cotidiana –no filosófica– de todos los seres humanos, lográndolo de una forma absurdamente sutil que envuelve al lector bajo el manto de la imaginación para que cuando el final llegue, el lector pueda dejar ir a un amigo, un libro o un gran perro, que es en lo que este maravilloso y potente libro se convierte: un gran danés que ha permanecido a nuestro lado a lo largo de este viaje, durante el cual la intensa escritura de Sigrid Nunez culmina con un poderoso cierre que nos será difícil olvidar.
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