«El Dispositivo Sexo-Raza que opera de acuerdo a esta lógica, clasifica los cuerpos en “mejorados” y “degenerados”, haciendo una división entre vidas. Se clasifican, entonces, los cuerpos entre vidas que merecen ser vividas y vidas que no». Andrea Tock
«La gente seguía gritando excitada: “¡Agárrenlo! ¡Es Invisible!». H. G. Wells
Muchas veces los zapatos de otras personas no nos quedarán nunca por más que queramos imaginarlo o fingir que lo imaginamos. Es muy común que nuestro entorno positivo e individualista nos haya creado la idea de que solo baste ser empáticos para “conocer” o “aceptar” las circunstancias de los otros, las otras, les otres. Pero no. Muchas personas no querrán voluntariamente ponerse en el lugar de otra que se identifique con algo diferente, algo desconocido, algo que transgrede los supuestos normales aprendidos, ni mucho menos que lo haga concebirse como un ser invisible.
«Ufff pues el/la guatemaltecx promedio sin formación política ni conciencia social y, sobre todo, fanático religioso nos ven a las mujeres trans como hombres disfrazados de mujer. En general, a las personas trans creería que nos ven como fenómenos o cuerpos poseídos por un mal espíritu que necesitan del amor de “dios” (eso en países con tanta gente pentecostal como Guatemala)», expresa Pilar Salazar, comunicadora y periodista.
El 8 de octubre se llevó a cabo la presentación de SerTrans, una campaña digital destinada a concienciar sobre la importancia del reconocimiento de derechos del colectivo trans (trangénero, transexual y travesti) en Guatemala, que tendrá una circulación de tres meses a nivel nacional y que cuenta con un sitio web y una fanpage.
«En mi percepción, es una campaña que une los esfuerzos de las oenegés que han estado en el escenario activista desde hace varios años y, aunque a paso lento, es a la vez un reactivador demandante de los temas que urgen mantener en la palestra política y social para concienciar y salvar las vidas de las personas trans en Guatemala, como la estrategia de salud integral diferenciada y la propuesta de ley de identidad de género», agrega Salazar.
Según las y los organizadoras y organizadores de la campaña, el lema SerTrans busca posicionar que las mujeres y hombres de este colectivo, como seres humanos, tienen derecho a las mismas garantías básicas que tienen el resto de ciudadanas y ciudadanos.
Según Salazar, hoy existen más guatemaltecos que desean conocer las realidades trans que hace diez años. «Porque el tema se ha posicionado a nivel internacional y ha generado debates políticos ya que algunos países con economías sólidas han detenido ayuda internacional a gobiernos homolesbotransfóbicos, como Holanda, por ejemplo».
Pero las razones para que se realice una campaña como esta desvela números alarmantes: la esperanza de vida para las personas trans es de 35 años de edad; el 53% de las personas trans no culmina el nivel primario de escolaridad por exclusión del sistema educativo; el 60% de las personas trans reporta haber sufrido un tipo de abuso físico, verbal, sexual o psicológico y cada año son asesinadas entre 15 y 20 personas trans en el país.
Salazar opina que el tema se ha posicionado al hacerlo parecer como una moda. «Pero obviamente la base de que se generen estos temas es el activismo de la gente de a pie. Sin ese activismo no se visibilizan estos temas».
Al preguntarle qué se necesita para que las personas trans tengan una vida digna, responde: «No hay nada, somos invisibles. Necesitamos ser reconocidas jurídicamente. Ser atendidas en el sistema de salud. Acceder a trabajo digno, no conocemos ni siquiera el techo de cristal».
«En los estudios de género se denomina techo de cristal a la limitación velada del ascenso laboral de las mujeres al interior de las organizaciones. Se trata de un techo que limita sus carreras profesionales, difícil de traspasar y que les impide seguir avanzando. Es invisible porque no existen leyes o dispositivos sociales establecidos y oficiales que impongan una limitación explícita en la carrera laboral a las mujeres. Yo propongo adaptar/extender el concepto a las personas trans o disidentes de las normas heterosexuales normadas estéticamente. No hay ni siquiera techo de cristal para les trans», explica Salazar.
Entonces pienso en seres invisibles caminando en techos de cristal y en cómo estas vidas y estos cuerpos se vuelven solo visibles cuando forman parte de la estadística, como cuando el hombre invisible de Wells aparece ante la gente misma que le ha destrozado:
«Cuando finalmente aquella multitud hizo sitio a Kemp, para que pudiera ponerse de pie, allí yacía, desnudo y digno de compasión, en el suelo, el cuerpo mallugado de un joven de treinta años. Tenía el cabello y la barba blancos, pero no blancos por la edad, sino del color blanco de los albinos; sus ojos parecían granates. Tenía las manos apretadas y en su expresión se confundía la ira con el desaliento».
La coordinadora de la campaña, Victoria Orellana, hizo una afirmación con la que estoy de acuerdo: «La aceptación que se tenga a la identidad de cada una y uno de nosotros es independiente a los derechos inherentes que tenemos como seres humanos».
Una frase que me conmovió mucho durante la presentación de la campaña SerTrans fue esta: «Las personas trans somos seres humanos». ¿En Guatemala hemos llegado a tanta crueldad que no podemos percibir lo obvio?
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