Villanías de un jorobado: Rigoletto


Rubí_ Perfil Casi literalCuando de ópera se trata, es inevitable pensar en teatros colosales, personas vestidas de gala y tertulias entre cultivados operófilos que parecieran haber nacido escuchando ópera. Algunos suponen que asistir a una función de este tipo es un ejercicio de oportunismo social donde los colosos conocedores de Verdi, Mozart o Puccini llegan a medir fuerzas como parte de un ritual elitista necesario para figurar en los mundillos de logias cóncavas e impenetrables del esnobismo.

Como cada ejercicio artístico, la ópera en Guatemala no cuenta con allegados numerosos debido a la injusta telaraña de prejuicios que se tejen a su alrededor. Estos mitos pululantes empañan el arte milenario del bel canto y su difusión converge en la privación del goce y disfrute de un arte formulado, como cualquier otro, para representar las pasiones humanas. Lo que cambia en ella es el formato, más no el propósito. Si bien es verdad que considerarla en su esencia como un arte digerible y ameno para con nuestras necesidades estéticas requiere de paciencia, interés y gusto, también es cierto que lograrlo no es tan dificultoso como pareciera ser; todo es cuestión de contemplación.

Pero la contemplación se dificulta en nuestro contexto cultural. En Guatemala no es el mejor momento para el arte en general, pues no es prioritario; todo lo que huela a arte es considerado innecesario. En el caso de la ópera, se cree erróneamente que es un arte de inversión desmedida, y este es uno de los mitos más falsos. Para las diferentes limitantes existe una solución viable. El portal de YouTube cuenta con óperas completas, subtituladas en diferentes idiomas, y si la ética individual riñe con la piratería, existen óperas en formato DVD para coleccionistas de todos los niveles.

Ahora bien, si lo que nuestros sentidos exigentes reclaman es una presentación en vivo, las cosas se complican un poco, pues la ópera no goza de protagonismo en la lista de actividades de entretenimiento de la gente de nuestro país. Las funciones son esporádicas por muchas razones: presupuesto, utilería, limitantes arquitectónicas, etcétera. Por fortuna, la regla se rompe de vez en cuando. Por ejemplo, el próximo 30 de julio se presentará en el Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias la ópera Rigoletto, de Giuseppe Verdi, como parte del proyecto cultural Querido Arte, dirigido por la soprano guatemalteca María José Morales y el ganador de Operalia 2014, el tenor guatemalteco Mario Chang.

Basada en la novela de Víctor Hugo Le roi s’amuse (El rey se divierte), Rigoletto (1851) es una amena pero tragicómica ópera compuesta de tres actos donde la seducción, la venganza y la liberación femenina del período medio de Verdi impulsan memorables caracterizaciones musicales. De argumento sencillo, Rigoletto se ofrece al principio como una representación festiva y burlesca, desembocando en intrigas, ardides y tragedias que dejan en el espectador un sabor de prolongado desencanto. Vale la pena darle una oportunidad a la ópera y Rigoletto es una pieza sencilla para iniciarse en la aproximación a esta.

Queda abierta la invitación a apoyar a los artistas nacionales que a través del proyecto Querido Arte (http://www.queridoarte.com) apoyan, con sus limitaciones u obstáculos, a las generaciones frescas que gustan de interpretar ópera. Aplaudamos las iniciativas artísticas y comencemos a quitar las caretas falsas al arte, sobre todo a uno tan vilipendiado como la ópera, porque hacer ópera en Guatemala no es solamente producir arte, es también un acto de valentía y rebelión.

La cita es el próximo 30 de julio en el gran Teatro Nacional. ¡Nos vemos!

¿Quién es Rubí Véliz Catalán?

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