En una ocasión leí que La insoportable levedad del ser de Milan Kundera era catalogada como una novela erótica con matices pornográficos, algo que me provocó mucha risa. Cada vez que leo esta novela me digo que quizás sea en esa ocasión en que logre encontrar el motivo de aquella clasificación. Un comentario así transforma en liviana una novela con mucho peso.
Sigo sin encontrar lo que tanto me ha provocado risa. Puede ser que trato de ver la obra como un todo y no solo los aspectos sexuales, que están muy presentes y son fundamentales. Más allá de esto lo que persiste en el ambiente es la situación política que va moldeando situaciones personales. La ocupación de cualquier país es un hecho lamentable sin importar los motivos que la provocan. Para continuar con una vida normal —por llamarla de cierta manera— es necesario aceptar las nuevas reglas, ser enteramente parte de ellas.
La obra es un constante ir y venir. Ese eterno retorno que no necesariamente debe ser en aspectos geográficos. Los recuerdos, actos o algunas palabras sirven de motor para trasladar a las personas hacia lo que han dejado atrás, lejos, que ya son parte de esas distancias que van siendo más evidentes con los años.
Por muy extraño que parezca, el deseo de volver es latente en quienes se van por obligación de la patria. El recuerdo siempre los perseguirá y les pide ese ansiado regreso, sin muchas veces saber a dónde.
Las casualidades son un elemento importante. Sin ellas, Teresa nunca hubiera llegado a casa de Tomás con una pesada maleta. Pero no solo excedía de peso por la ropa o libros que van dentro. Sus sueños y ganas de una vida distinta al igual que sus frustraciones y tormentos van dentro. Ella, tan fina y delicada, parece indefensa sin Tomás cerca de ella. Tomás es un hombre seguro y con mucha determinación. Tiene muchas cosas claras en la vida y una de ellas es no dormir con ninguna de sus amantes. En ello existen muchos factores. La libertad total, no encariñarse demasiado con alguna amiga y perder la posibilidad de conocer y compartir con más mujeres.
Para Teresa es importante todo lo contrario. Desea estar con Tomás, con él su mundo está completo. No es que sea sumisa, tonta o conformista, sino que ha tomado una decisión y la mantiene. Los amoríos de Tomás le provocan cada vez mayores problemas, pero al mismo tiempo los acepta. Vivir con Tomás le aporta una extraña seguridad dadas las condiciones. La infidelidad deja de serlo cuando todas las partes son conscientes de su existencia, de esa forma se convierte en una verdad y pierde la calidad de engaño o mentira.
¿El engaño es una necesidad, una realidad o una condición del ser humano? ¿Si en las parejas existiera la sinceridad se podría llegar a la tranquilidad en estos aspectos? ¿Es posible el poliamor en todos y todas? El acostarse con alguien no es lo mismo que intimar con alguien o dormir con alguien. La tercera de estas es la más complicada o la que requiere mayor entrega. Compartir no solamente una cama, sino también las horas de vida, nos da tregua entre la realidad y los sueños. Apreciar los olores que inundan la habitación, esos que fluyen por medio de la respiración, por cada poro, los que persisten después del acto, esos que producen cierta embriaguez. Tomás conoció esto con Teresa y desde ese momento fue difícil estar lejos de ella.
Lo que se emprende o decide debe tener peso para que se sostenga por sí mismo. La levedad es insoportable, absorbe y atrae a los seres hacia profundidades de las cuales no es tan fácil escapar. Lo anterior describe de cierta forma a Sabina. Ella intenta escapar constantemente de lugares y personas para encontrarse, pero vuelve todo liviano. Desea estar lo más lejos posible de su patria, nunca haber sido parte de ella. Franz es un personaje exageradamente leve, su vida llena de todo demuestra su completo vacío. Busca tener peso o que sus actos se llenen de sustancia y es una constante de errores idealizados, su muerte ridícula lo define. Nunca se llega a ningún sitio cuando el motivo de fondo es huir de uno mismo, los lugares llegan a ser una especie de perseguidores.
Las sociedades opresoras van sacando de la vida cotidiana a los inconformes o esas personas que simplemente no se dejan vencer por el sistema. Teresa y Tomás vencieron al sistema al decidir hacer una vida en el campo. Los motivos de ella no solamente eran movidos por la situación política, sino además por los constantes amoríos de Tomás, que la trastornaban cada vez más. Un lugar distante donde pudieran vivir con la tranquilidad que ella ha anhelado toda su vida. Tomás llega a ese momento de la existencia en el que el cansancio se instala en su vida, pero también ha descubierto que la felicidad no siempre requiere la intensidad de múltiples encuentros amorosos por día o semana.
Al morir Karenin una parte de ellos también queda enterrada junto a su perra. Teresa reconoce ser más fuerte que Tomás, él dejó la vida llena de éxitos profesionales que le proporcionaba Zúrich. Vuelve a ella como una necesidad. Ya no trabaja como médico, sino que limpia ventanas y escaparates. Son unas largas vacaciones pero llegan a su fin, como todo en la vida. Mueren juntos y contentos, lograron encontrar lo que da peso a su vida.
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