—Sí, que la humanidad es un vergueo.
—Sí cerote, es una mierda también (jaja).
(conversación casual de Faebook)
Habemos (“vulgarismo propio del habla popular”, sí cómo no…) hombres por todos lados, gente descuidada, absorta en sí misma aunque no tengamos conciencia de nosotros mismos pero así sucede…, habemos (sí cómo no…) descuidados y egoístas, crueles y despiadados son los más, buenos e inocentes los menos, los casi inexistentes, los habemos (sí cómo no…) con movimientos y sin movimientos, con el ir y venir, el desplazamiento residual y necesario, a veces, casi nunca, lo suficiente pero sí los despilfarradores cuando no hay recurso alguno en la vida. Somos hombres destinados a vivir en donde, en algunas ocasiones, se nos alumbra la cabeza para dudar sobre esta vida y sobre si nuestro destino verdaderamente es vivir porque nunca se sabe, porque se nos cansa el espíritu. Existimos de todo tipo, somos miles de millones y el mundo está abarrotado de nosotros y, en nuestro egocentrismo total, creemos que somos únicos y, en nuestro antropocentrismo, creemos que somos la única especie interesante de observar, de analizar, la única digna para pisar esta hermosa tierra. (Qué se le va a hacer, creo que tanta religión inventada nos lleva a la degeneración de, por así decirlo, la “unicidad” humana).
Ahora, el problema, uno de tantos otros, creo, es que somos hombres, humanos demasiado humanos, retraídos dentro un microcosmos e ignorantes del macrocosmos que está enfrente de nuestros ojos y, cuando el momento aparece, qué hacer cuando se nos avecina una gran faena, qué hacer cuando la Historia nos llama a la puerta, la historia del macrocosmos o del microcosmos que se encierra, comparte y relaciona con los demás microcosmos y qué hacer cuando simplemente somos humanos demasiado humanos y no podemos ir más allá, dar el salto porque las fuerzas no nos alcanzan, no aparecen. Esto viene a raíz de María Antonieta de Stefan Sweig y lo que dice acerca de una mujer injuriada, claro, de camino a la guillotina pero de quien se habló tanto y se inventó tanta cosa y la colocaron como la sibarita total, como la santa, el placer encarnado del mundo europeo en ese momento y, hasta el punto, en que persiste en estos años que vivimos, siglo XXI (observación de un video de Selena Gómez, como relación, guiño de la cultura pop): “María Antonieta no era ni la gran santa del monarquismo, ni la perdida, la grue, de la Revolución, sino un carácter de tipo medio; una mujer de realidad vulgar; ni demasiado inteligente ni demasiado necia; ni fuego ni hielo; sin especial tendencia hacia el bien y sin la menor inclinación hacia el mal; el carácter medio de mujer de ayer, de hoy y de mañana; sin afición hacia lo demoníaco ni voluntad de heroísmo y, por tanto, a primera vista, apenas personaje de tragedia”.
Pobre María Antonieta, pero aquí no se habla de ella, es de todos. Todos somos un promedio y el problema, creo, es cómo reaccionar ante situaciones que se salen de nuestra cotidianidad, de nuestro confort, de lo que estamos acostumbrados: ir al trabajo, comer, dormir, hacer el amor o tener sexo si bien nos va, emborracharse si eso te gusta, etcétera. La situación puede ser desde algo sencillo como leerle un libro a un niño, desde algo más grande como buscar un perrito hasta el fin del mundo, desde tener el destino de cientos, miles o millones y millones de personas, animales y demás naturaleza, de un territorio en fin, en tus manos, en tus decisiones, en tu buen pensar, razonamiento y sabiduría (como bien le sucede a los pendejos del Congreso, el Presidente y toda esa partida de huevones, ladrones y desgraciados).
La medianidad de carácter, el promedio, el carácter medio aquí y medio allá hace que ante situaciones que el destino nos pone en nuestro camino respondamos con la indiferencia natural porque nada es más importante que una vida tranquila con una rutina ya moldeada, manejable y adaptada para mi conveniencia. Entonces, el asunto es hacia dónde vamos y cómo responder ante las circunstancias, ese destino que aparece a cada rato, las acciones, el mundo que se nos avecina en tiempos de crisis: locos asesinos rondando por todos lados, insensibilidad humana ante la desgracia ajena, problemas ambientales terriblemente graves que hacen nuestra sobrevivencia aún más difícil que lo ya que es, transnacionales llenas de transgénicos que acaban con esta tierra tan hermosa, más crimen común y más crimen organizado, más corrupción indiscriminada, más totalitarismos emergentes… En fin, habemos, estamos, seremos, persistimos, persistidos, involucrados, salidos, clasificados, desprotricados, correteados, condenados y yo que aún no escribo sobre los mentirosos del Facebook, tal vez me alcanza este año o tal vez no.
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