A estas alturas es de conocimiento público el desafortunado comentario que el presidente del Fútbol Club Barcelona, Joan Laporta, hizo utilizando el nombre de Guatemala para referirse a algo que simplemente va de mal en peor. «Hemos pasado de Guatemala a Guatepeor».
Desde entonces la opinión guatemalteca se ha dividido en las redes sociales: algunos casi defienden las desagradables palabras del fulano mientras que a otros nos desagrada por completo su atrevimiento.
Lo que poca gente sabe es que en Europa es común y casi una muletilla usar el mencionado dicho para referirse a una situación que empeora. De hecho, en una ocasión, una amiga que vive en España una vez me dijo: «Aquí nadie conoce Guatemala, lo único que saben es eso de Guatemala a Guatepeor» y cuando les decís que sos de Guatemala rápido te contestan «Guatepeor». El tono que mi amiga usó para contarme la anécdota no fue de agrado o de sorna, por el contrario, fue de enfado. ¿A quién le va a gustar que le bastardeen a su país?
Pero el desafortunado dicho no tiene nada que ver con la condición política, económica y social que atraviesa Guatemala, sino más bien obedece a la construcción gramatical de la palabra, que finaliza con -mala.
Sin embargo, he leído varias posturas que defienden a capa y espada las palabras del presidente del Barcelona, de quien, me atrevería a decir, ni siquiera sabe ubicar a Guatemala en el mapa. Como he dicho, he leído a guatemaltecos justificando que alguien use el nombre de su país para referirse a algo negativo. Por ende, estos chapines —agarrados de la mano de una enumeración de estadísticas nefastas— han tachado de ignorantes (palabra favorita de muchos) a aquellos que con sobrada razón se ofendieron por las palabras de Laporta.
Es que si vamos a hablar de la figura pública y política que representa Laporta, mencionar a nuestro país de esa manera verdaderamente lo convierte a él en un iletrado arrogante. Y a este respecto, la embajadora de Guatemala en España, Mónica Bolaños Pérez, externalizó su decepción mediante un Tweet en el que deja claro que como seguidora del FC Barcelona es absurdo que el presidente de dicha entidad utilice el nombre de una nación como sinónimo de algo negativo: «Desacertada referencia del señor Joan Laporta en relación con el nombre de mi país. Guatemala significa en náhuatl “lugar de muchos árboles”».
El problema en Guatemala es que no existe un orgullo unificado como nación de lo que implica ser guatemalteco. Recuerdo que una vez vi la entrevista que le hicieron a un atleta mexicano y dijo algo que se me quedó grabado: «En México todos somos mexicanos». En Guatemala en cambio, existen muchas Guatemalas y todos aquí utilizan la que les conviene. Aquí hemos aprendido a agachar la cabeza ante aquellos que nos insultan. Paradójicamente, esto tiene una base cimentada desde la conquista de los españoles. Cuando llegaron en sus carabelas, según los diarios de Hernán Cortés, les ofrecían porquerías a los indígenas a cambio de que éstos les dijeran dónde estaba el oro y los demás asentamientos para poderlos saquear.
Creo que desde entonces seguimos siendo ese pueblo oprimido. Vivimos en un paraíso, pero pensamos que somos pobres porque eso es lo que nos han hecho creer. Entonces lees esos testamentos de jóvenes que opinan que porque las cosas están mal en casa los otros tienen derecho de insultarnos. Me he topado con gente que de veras cree que en los demás países de América Latina las cosas están bien. Y yo que he trabajado en prensa y he vivido en otros lados solo veo las dos caras de la moneda y me decepciono de lo poco que nos valoramos. ¿Será que en México dejarían que el presidente de un famoso club de fútbol europeo utilizara su nombre peyorativamente?
Guatemala está polarizada por bandos ideológicos fútiles. He leído a personas insultar la postura del IRTRA (Instituto de Recreación de los Trabajadores en Guatemala), que invitó al mentado presidente del club de fútbol a conocer una «Guatemejor». Hubo personas que criticaron al IRTRA argumentando que no nos representa y que debería ser «gratuito» como el IGSS (Instituto Guatemalteco de Seguridad Social). También he leído a personas que le agradecen al IRTRA porque fue la única institución que al menos hizo algo para contrarrestar de una manera positiva las palabras de Laporta. Y por cierto, me pregunto qué habrá sido del INGUAT (Instituto Guatemalteco de Turismo).
Como he dicho antes, de Guatemala todo el mundo saca lo que le conviene porque no somos un país, sino una Torre de Babel. De nada les sirve a los salvadores del mundo cibernético enumerar las causas por las cuales nos merecemos que un tipo como Joan Laporta utilice el desagradable dicho «De Guatemala a Guatepeor» de esa manera tan descarada, si no nos detenemos a ayudar al prójimo.
Claro, desde las redes sociales es fácil resolver los problemas que tiene Guatemala. Es fácil indignarte desde tu cómoda casa con el Netflix en pausa. Es incluso común que cualquiera venga y exponga lo que piensa sin mayor argumentación para ganarse un par de likes y la aceptación de esos que ni saludan en la calle. Pero debemos analizar que —aunque políticamente estemos mal y encabecemos los ránquines de desnutrición, gracias a una sarta de gobiernos malditos— nadie, absolutamente nadie tiene derecho de utilizar nuestro nombre como nación para menospreciarla. Una cosa es que nosotros critiquemos lo que está mal para intentar mejorarlo y otra dejar que vengan extranjeros, como ya lo hicieron antes, a decirnos que somos peor, que no valemos y que ante el mundo entero nos dejemos pisotear porque somos escoria y porque seguimos siendo esos nativos en taparrabo que dan oro a cambio de vidrio. ¡En qué cabeza cabe eso!
Ver todas las publicaciones de Gabriela Grajeda Arévalo en (Casi) literal