Longevo es el debate sobre la tarea del arte dentro de este mundo y, por supuesto, ahí aparece esa concepción que entiende a la expresión artística como una forma de remover conciencias, de hacernos un contundente y nada tímido llamado a la reflexión sin miedo a eyectar los grandes choques de la condición humana. Y es que más allá de cómo lo conciba cada quien, se sabe que si bien el artista busca desafiar los muros de la realidad, nunca podrá prescindir de ella por dura que resulte. He ahí uno de los actos más honestos y estoicos que ejecuta todo aquel que ha decidido cazar sueños.
Paréntesis, obra plástica de Rudy Cotton creada quince años atrás, fue expuesta nuevamente en la Universidad Popular del el 1 al 19 de octubre de este agitado año. Se trata de una muestra que imposiblemente nos resultará ajena, la dura conmoción de un artista tras la historia reciente de su país, una historia violenta que repercute y nos rodea hasta el día de hoy. Las piezas que la conforman están vigentes dentro de esta vorágine actual y en la que aún resulta difícil vislumbrar un mejor porvenir.
En tiempos convulsos como los que vivimos en la actualidad, de suma importancia resulta recalcar que la crisis es consecuencia histórica que repercute política, económica, social y éticamente sobre las mayorías, por lo que la reflexión a la que nos invita el maestro Cotton ante esta cruda realidad nos lleva a reconocer sobre lo trascendente de no decaer y, por el contrario, nos impulsa al imperativo de madurar desde la radicalidad para así lograr encarar esa ardua lucha por la búsqueda de soluciones estructurales; pues no es un secreto que las transformaciones profundas necesitan resistencia y trabajo.
El rol del artista que se vincula con la realidad a la que inevitablemente pertenece resulta fundamental, sobre todo en terrenos donde reiterada y sistemáticamente se busca conquistar las subjetividades de las mayorías para así anular el pensamiento crítico y mantenernos apáticos e inactivos.
El espectador no tuvo un reto fácil al encontrarse de frente a imágenes de esqueletos humanos, así como a la invitación a replantearnos conceptos como el de moral y ética. Seguramente el público llegó a incomodarse por momentos, reconociendo a través del lenguaje visual del artista que esas abstracciones demuestran que dicha obra se aleja de cualquier tipo de hedonismo o recreación y que por el contrario impone un reto al público a través de un trabajo no solo estético, sino de una seria investigación histórica y social que proyecta lo que muchos quieren callar. Por esta razón, esta muestra artística logró ser una invitación a reivindicar la importancia de la memoria reconociendo los pasajes más oscuros de nuestra historia.
Paréntesis resulta una forma, casi un reto, de cuestionar a cada guatemalteco frente a la convulsión constante en que se desarrolla su existencia en este tiempo y en este espacio. Trasmite esas sensibilidades que experimentamos diariamente dentro de esta sociedad que transcurre sus días entre tempestades sociales.
En tiempos de una moral suave y tibia donde muchos denominados artistas encuentran su excusa en su inconciencia, necesario y estimulante nos resulta una obra como esta, que nos confronta con nosotros mismos y con nuestro entorno. Que abre justamente un paréntesis para recordarnos que este no es el mejor de los mundos posibles. Existe en cada una de las piezas un enfoque estético de rebelión evidente, un microcosmos —digámoslo así— donde convergen el desencanto y la revolución y que, en efecto, es una radiografía nuestra como sociedad.
†
De alguna u otra manera, es arte comprometido.