La violencia disfrazada de bata blanca


Javier Stanziola_ Perfil Casi literalKate Winslet construye en la miniserie El régimen el personaje de una diva dictadora que demuestra que la violencia pocas veces sale desnuda de su casa… O eso me pasa por la cabeza cuando mi madre me cuenta otra historia que ella, sus hermanas o su madre vivieron el siglo pasado. Después de la pandemia de COVID-19, como temporada final de Netflix, mi madre ha comenzado a revelar detalles de su vida que yo desconocía. En muchas de estas historias, la violencia es la figura principal y viene vestida de bata blanca de obstetras (hombres), de uniformes de policías (hombres), de o saco y corbata de jefes (hombres).

La Elena Vernham representada por Kate Winslet ilustra cómo los Estados no solo necesitan tener un monopolio de la violencia para mantener su poder. También deben hacerse de la vista gorda cuando se violan los derechos de personas que les son inconvenientes o desestabilizan el delicado balance de poder que los mantiene coleando. Elena constantemente escucha noticias, anécdotas y chismes de violencia: protestantes que involuntariamente terminan pintando las calles de sangre, madres cocinando tierra para alimentar a sus hijos, escasez indolente de medicinas básicas. Vestida de verdes que le abrazan la cintura, Elena hace de su boca puchitos, olvida lo escuchado, y utiliza todo su poder para eliminar los inconvenientes malos olores que ella, y solamente ella, cree que inundan su mansión… O eso recuerdo cuando leo cómo Joseph Scott Pemberton, un cabo del cuerpo de marines de Estados Unidos, asesinó en Filipinas a Jennifer Laude en 2014. Según Associated Press, el marine estranguló a Jennifer después de descubrir que era una mujer trans y la dejó con la cabeza metida en el inodoro de una habitación de motel. El Estado eligió admitir el argumento de que el marine sufrió de «pánico trans». Su cargo fue reducido de asesinato a homicidio por un juez en 2015. O sea, el casto Joe se sintió atraído por una mujer trans y sufrió un trauma lo suficientemente traumático para justificar un asesinato al enterarse de que la mujer trans por la que se sentía atraído era una mujer trans. En 2020, el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, le otorgó un indulto absoluto y ahora Joecito vive libre para paniquear en Estados Unidos. Después de todo, el marine solo hizo en sus ratos de ocio lo que el Estado le había ordenado: proteger la libertad de los que están en el poder por medio de la represión de cualquier persona que no sea masculina, que no sea blanca.

«La próxima vez, apunta tu arma hacia ti mismo. Métela en tu boca, maldita vaca torpe». Elena pone en su lugar a su amante, quien vive su violencia al desnudo. Aunque al principio hay dudas sobre el poder que este imponente y magnífico semental tendrá sobre la dictadora, muy pronto nos queda claro que la violencia es más poderosa cubierta de dramáticos vestidos escotados hechos a la medida… O eso concluyo cuando escucho, «no me creían que estabas pasado. Debiste haber nacido hacía un mes. Yo sabía. Pero nadie me creía. Fui al hospital y dije “Mi bebé tiene que nacer hoy. Está pasado”. Los doctores se burlaban de mí. Una pelaíta de 20 años, ¿qué va a saber? Mientras más me quejaba, más preguntas me hacían, preguntas incómodas. Hasta que uno de ellos por fin me creyó, me inyectó para inducirme y se fue. Todos se fueron. Me dejaron sola. Yo sentía que salías, que ya llegabas. Te sentí afuera entre mis piernas. Gritaba, los llamaba, pero nadie venía. Los podía escuchar riéndose, compartiendo anécdotas. 5 libras. Llegaste solo, sin respirar. 5 libras. No sé cómo estás vivo». Y cinco décadas después, la violencia obstétrica, la que viene vestida de bata blanca, sigue viva en esos mismos hospitales citadinos. Una indolencia que busca poner en su lugar a las mujeres, no atender necesidades básicas, no garantizar un parto digno.

Y claro: jamás dirán que la falta de inversión pública con enfoque de género es misoginia. Es solo que la austeridad eterna es necesaria para proteger la libertad de los que manejan los bancos internacionales, para que nunca, jamás, conozcan los disfraces de la violencia.

[Foto de portada: The Regime, MAX]

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