El pasado es el testigo de lo que hoy se conmemora como el Día Internacional de la Mujer. Mujeres de todo el mundo buscan y han buscado mejores condiciones de vida, igualdad de género, equidad en todos los ámbitos que rodean la sociedad, entiéndase política, economía, ciencia, tecnología, etcétera. En papel han quedado muchos acuerdos, pero en la práctica seguimos en desventaja.
En 1908 un grupo de 146 mujeres productivas que demandaban mejores condiciones laborales y un mejor salario se encerraron, como forma de protesta, en la fábrica textil de Nueva York para la que trabajaban. Las autoridades respondieron con bombas incendiarias que terminaron con la vida de todas esas mujeres. En 1910 la alemana Clara Zetkin pide que se conmemore el 8 de marzo como el día internacional de la mujer como homenaje a todas aquellas mujeres que se levantaron en contra de la explotación capitalista que imperaba en todos los países (y que aún impera).
El mundo está lleno de mujeres que necesitan más que un día. Sor Juana Inés de la Cruz, escritora mexicana, defendió el derecho a la educación de la mujer en 1691. Kate Sheppard, de Nueva Zelanda, logró que su país sea el primero en dar el derecho al voto a las mujeres en 1893. Rigoberta Menchú, guatemalteca, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1992 por su campaña de justicia social, reconciliación etno-cultural y por defender los derechos de los indígenas durante y después de la guerra civil (1960). Billie Jean King, tenista estadounidense, fue la primera en amenazar con boicotear el U.S Open en 1973, pues demandaba el pago igualitario para hombres y mujeres en el torneo, lo cual se le concedió convirtiendo el U.S. Open en el primer torneo en igualar los pagos.
Así podría mencionar a un sinfín de mujeres escritoras, científicas, socialistas, políticas que en cada país, en cada ciudad, quieren ser escuchadas para mejorar la situación de la otra. Porque aún en el XXI solo se han camuflado algunos derechos, pero la realidad nos dice la verdad: la equidad no existe. Los derechos existen para los mismos.
Así la historia nos ha llevado a través de un largo camino en el que pocas han sobresalido debido al desequilibrio en todas las áreas que estructuran una sociedad; pero gracias a esas pocas, y a su ardua labor, somos privilegias, soy privilegiada, porque hoy tengo voz y voto.
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