La ruta guaraní (I): la ciudad del piñón


LeoLa verdadera aventura comenzó cuando el avión despegó del concurrido aeropuerto de São Paulo. En pocos minutos estaba ya por los aires y desde la escotilla podía admirar el océano reverberante por los rayos del sol naciente, antes de sumergirse entre algodones blancos que parecían un suave colchón para aquel pájaro metálico. Es común asociar el relieve brasileño con eternas hectáreas planas que se pierden a los ojos del infinito, ya sea de selva amazónica, de pantanal o de sertón; pero lo que menos podía imaginar era que al salir de ese tapón de nubes los ojos se iban a encontrar de pronto con una cadena montañosa de profundos bosques verdes que, desde el cielo, parecía un collage compuesto de retazos de papel con distintos tonos verdosos.

En esta latitud, la Mata Atlántica sorprende por la majestuosidad de sus montañas que ondulan como las crestas vertebrales de enormes dinosaurios que dormitan en una noche milenaria. Casi de inmediato comienza a hacer su aparición la gigantesca metrópoli de Curitiba, capital del estado de Paraná. Desde arriba ya se hace notar la calidad de vida de este enorme monstruo urbano. Largas calzadas perfectamente delineadas por las que corre la sangre de toda ciudad, esbeltos edificios que rompen la monotonía de un paisaje chato, elegantes rotondas y espacios verdes que vaticinan los jardines de la hermosa ciudad; todo esto y más desfila ante los ojos incrédulos de quien visita por primera vez esta urbe antes de hacer su aterrizaje definitivo en el aeropuerto Afonso Pena, en la localidad de São José dos Pinhais.

Una hermosa mujer de edad media fue la persona que condujo el taxi que me llevó a mi Airbnb, en el centro de la ciudad. ¡Qué mejor carta de presentación de una ciudad que la de aquella dama amable que, durante el camino, fue conversando conmigo como si fuésemos viejos amigos! Resta decir que así es la gente de Curitiba: amable a más no poder. Desde el abordaje del avión, un carismático sobrecargo te recibe con una sonrisa fresca y se encarga de que estés lo más cómodo posible durante tu hora y media de vuelo. Por suerte, la mayoría de las personas brasileñas del sur son así de amistosas. Al llegar a mi Airbnb la mujer del edificio me facilitó bastante la comunicación con el dueño de mi apartamento… y así, anécdotas sobre la simpatía de las personas hay tantas como cada transeúnte que te encuentras por la calle.

Cerca del lugar donde me encontraba había una estación del bus turístico: una excelente opción para conocer los principales parques y puntos de interés de la ciudad para una persona que tiene muy poco tiempo en ella. Se debe comprar una tarjeta de acceso que dura todo el día y que te da opción para subir a los diferentes lugares en donde el visitante se puede quedar el tiempo que necesite, pues los buses panorámicos pasan cada media hora.

De más está decir que Curitiba es una de las ciudades con más parques entre las que he visitado. La postal de la ciudad suele ser su elegante jardín botánico con su palacio de cristal y sus jardines geométricos que emulan la belleza de los jardines versallescos. Es un verdadero placer visitarlo y caminar en el interior de su vivero; o por la galería de las Cuatro Estaciones, en las que se pueden apreciar especies vegetales variadas mientras el oído degusta los cuatro conciertos de violín y orquesta de Vivaldi. Pero este es apenas el inicio de una experiencia maravillosa.

La ruta Guaraní_ La ciudad del piñón_ Jardín botánico y Palacio de Cristal, inspirado en los jardines geométricos franceses. Curitiba, Paraná. Foto de Leo De Soulas, Casi literal

Jardín botánico y Palacio de Cristal, inspirado en los jardines geométricos franceses. Curitiba, Paraná. Foto de Leo De Soulas, Casi literal

El recorrido por el centro de la ciudad es relajante, sin embargo, si lo que se quiere es explorar la urbe es mejor hacerlo a pie. No obstante, la visita panorámica del bus permite ver, por lo menos una vez, aquellos lugares que quizá no dé tiempo visitar. En particular, merece la pena detenerse por lo menos una hora en el museo Oscar Niemeyer; no solo para contemplar su sobria construcción minimalista con forma de ojo humano, sino también por las interesantes exposiciones permanentes y temporales que contienen sus salas. Todo amante de las artes visuales se quedará fascinado con las colecciones de arte africano y oriental, pero también con intrépidas propuestas de artistas contemporáneos que hacen honor a la visión vanguardista de Niemeyer.

La ruta guaraní_ La ciudad del piñón_ Museo Óscar Niemeyer, Curitiba, Paraná. Foto del autor. Casi literal

Museo Oscar Niemeyer, Curitiba, Paraná. Foto del autor. Casi literal

El Bosque Alemán es otra área verde funcional que demuestra cómo un barranco puede ser convertido en bosque y pulmón de la ciudad. Lamentablemente, durante mi visita estaba en reparación, por lo que no fui más allá de la entrada y de un mirador desde donde se puede apreciar la ciudad de Curitiba. No obstante, la Ópera de Aramé es un lugar que debería ser declarado «de culto» tanto para los amantes de la arquitectura moderna y funcionalista que se adapta al paisaje y lo transforma; como también para los amantes de las artes escénicas, como en mi caso. Entiendo que las comparaciones sean odiosas, pero este teatro de metal y de cristal, incrustado en medio de un paraje natural, me resultó todavía más maravilloso que el famoso teatro de la finca Vergara, donde se lleva a cabo el popular festival de la canción de Viña del Mar.

Desde que uno se pone de pie, la música y la naturaleza invaden los sentidos. Una experiencia verdaderamente relajante es tomarse un trago en el bar de la Ópera mientras que la imaginación vuela con la música instrumental en vivo que se escucha en todo el recinto.

Otras opciones para pasar una tarde agradable y hacer caminatas en medio de la naturaleza son los parques Tanguá y Tingüí, próximos entre sí. La principal atracción del parque Tanguá es su enorme catarata artificial que puede apreciarse luego de una caminata de media hora. El mejor lugar para apreciarla son sus pasarelas que llevan hasta la orilla de su laguna artificial que, además, posee una gruta. El parque es el marco ideal para hacer un picnic en familia o tener una cita romántica.

El parque Tingüí ofrece una caminata alrededor de su laguna, en donde se pueden apreciar diferentes especies de aves y, principalmente, de Capivaras, roedores de considerable tamaño que no se pueden ver fuera del corazón de Suramérica. Estos parques también son ideales para la práctica de deportes al aire libre. Sus nombres, como ocurre sin duda con muchos topónimos locales, son de origen guaraní. En el parque Tingüí también es posible encontrar el Pabellón Ucraniano. Idealmente se puede visitar temprano en la noche para apreciar su iluminación que le da un aire de misterio al lugar. Es una capilla ortodoxa construida en su totalidad en madera que se ha erguido en homenaje a la comunidad ucraniana que vive en Curitiba. Pasear por sus senderos es transportarse a los umbríos bosques del Mar Negro.

La ruta guaraní_ La ciudad del piñón_ Pabellón ucraniano, parque Tingüí, Curitiba Brasil. Curitiba tiene una enorme colonia de descendientes ucranianos. Este pabellón es ejemplo de esto. Foto del autor. Casi literal

Pabellón ucraniano, parque Tingüí, Curitiba Brasil. Curitiba tiene una enorme colonia de descendientes ucranianos. Este pabellón es ejemplo de esto. Foto del autor. Casi literal

Nada mejor que cerrar la noche en uno de los tantos restaurantes animados de Santa Felicidade. Este es uno de los principales ejes gastronómicos de la ciudad, característico por su comida italiana. Sus locales prometen una noche animada en la que es posible apreciar la cultura italiana trasplantada a esta región de Brasil.

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