Akira Kurosawa fue conocido como el «emperador del cine japonés» en su país natal. Fue descendiente de samuráis, estudió bellas artes y fue un genuino pintor y gran admirador de Vincent van Gogh. Su obra cinematográfica estuvo influenciada por escritores de la talla de Esquilo, William Shakespeare, Fiódor Dostoievski, Máximo Gorki y León Tolstoi, entre otros. De igual manera sus obras inspiraron a grandes directores del cine como al ruso Andréi Tarkovski, declarado admirador del maestro japonés. De películas como La fortaleza escondida (Kakushi toride no san akunin, 1958) se inspiró el director estadounidense George Lucas para su saga de La guerra de las galaxias. Su primera obra maestra fue Rashomon (1950). Con este filme obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia y el Óscar a la mejor cinta extranjera. Esta película fue interpretada por quien sería su actor predilecto: Toshirô Mifune.
Entre las películas de Kurosawa que he tenido la oportunidad de ver hay una en especial que me conmovió por su relevancia filosófica, la aparente sencillez de sus argumentos y su impecable fotografía: Los sueños (1990). Esta obra se basa en ocho sueños del mismo cineasta japonés presentados de manera magistral. La naturaleza vibrante con todo su misticismo a veces inclemente, voraz y hostil es el espacio primordial en donde se desarrolla la historia de cada sueño. La contemplación e interacción con ella conlleva a la unión, y de la misma manera, a la desunión con lo divino.
El primero de los sueños consiste en la búsqueda de la casa de los zorros al final del arcoíris. Parte de la celebración de la boda de los zorros en el bosque a través de la mirada de un niño curioso, escondido detrás de un árbol. El niño es descubierto por los zorros, por lo que estos lo condenan a muerte. Otro de los sueños expone la conexión que puede existir entre la pureza de un niño y la naturaleza a través del amor que siente por un huerto de melocotoneros. Un sueño más es el de un comandante atravesando un túnel lúgubre; al principio del mismo se encuentra con un perro antitanque —entrenados para buscar comida bajo los tanques enemigos, con cargas de explosivos en el lomo, durante la Segunda Guerra Mundial— que con una expresión rabiosa y demoníaca intenta atacar al comandante que con cautela avanza a través del túnel hasta encontrar a su pelotón caído en combate. El comandante intenta explicarles que todos han muerto y que él ha sido el único sobreviviente al mismo tiempo que les pide perdón y asume la culpa por la derrota.
En otro de los sueños, Kurosawa hace una especie de homenaje al pintor Vincent van Gogh, interpretado por Martin Scorsese, en el cual un estudiante de arte se sumerge en varias pinturas del famoso artista holandés para encontrarse con él en la pintura Campos de trigo con cuervos, donde entablan un diálogo en el cual van Gogh, absorto en su arte, le manifiesta que «Cuando veo tanta belleza me siento inmerso en ella, y luego, igual que en un sueño, el paisaje se pinta por sí solo».
Akira Kurosawa fue el director que dio a conocer el cine japonés en Occidente con películas como Los sueños, que si bien están basadas en la mitología oriental, también abordan temas que han definido el devenir histórico de la humanidad.
†