Solo los amantes sobreviven


dulcinea-gramajo_-perfil-casi-literalLa eternidad está enamorada de las obras del tiempo.

William Blake

El poeta italiano Guido Guinizelli veía al amor como una aristocracia del corazón. Adam y Eve son dos amantes vampiros que representan justamente eso, una aristocracia del amor, la sensualidad, el erotismo y la intelectualidad. Amantes suspendidos al hilo del tiempo entre dos eternidades. Eve es una vampira mística y etérea de movimientos sigilosos y sensuales, dueña de una elegancia semejante a la de un felino y poseedora de una sabiduría ancestral; su compañero Adam es una combinación de vampiro suicida y estrella de rock que vive aislado en un apartamento de Detroit, esto debido al abatimiento causado al ser testigo de la decadencia de la raza humana. Sin embargo, a pesar de la barbarie y estupidez de los hombres a los cuales llama “zombies”, ve grandes destellos de lucidez en científicos como Pitágoras, Galileo, Copérnico, Newton, Tesla, Darwin y Einstein, de los cuales es fiel admirador.

El cineasta estadounidense Jim Jarmush logra plasmar en ciudades como Detroit y Tánger un ambiente desértico sin llegar a trasmitir soledad, sino más bien un ambiente íntimo, impregnado de sensualidad y erotismo. La clave para lograr este escenario radica en la iluminación azul naranja que crea un efecto a media luz, unido a la hipnotizante  música de fondo con canciones como Red eyes and tears, de la banda californiana Black Rebel Motorcycle Club (en donde las guitarras eléctricas juegan un papel protagónico); así como en Streets of Tangier  y The Taste of blood, de la banda SQÜRL (de la cual es integrante el mismísimo Jarmush) en las cuales destaca el delirante sonido de un laúd árabe.

Platón (el primer filósofo del amor según Octavio Paz) menciona en su diálogo El Banquete a un ser llamado Andrógino cuyo cuerpo se componía por dos sexos, pudiendo ser estos masculino y femenino o ambos masculinos o femeninos. El mito relata el intento de invadir el Monte Olimpo por parte de los andróginos. Zeus, al percatarse de ello, los castigó lanzándoles un rayo que los dividió en dos; a partir de ese momento cada cual pasa su vida en la búsqueda de su otra mitad. En su ensayo La llama doble, Octavio Paz, expone lo que podría ser el efecto del encuentro de esos seres mencionados por Platón y que representa la revelación de una realidad oculta: “El mundo visible se desvanece y el alma, desatada del tiempo y sus engaños regresa a la noche del principio, que es también la del fin”.

Adam y Eve representan la exaltación de ese encuentro. La misma pasión que los une también los devora. Son como sobrevivientes de un invierno nuclear, protegidos por el misterioso encanto de la luna, que es como un diamante mágico que emite la música de un gigante gong.

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