Kaji Tulam: una casa museo que se estrena en la virtualidad


Noe Vásquez ReynaLa Casa de la Memoria Kaji Tulam, que en idioma maya k’iche’ significa «cuatro puntos cósmicos», «cuatro elementos» o «cuatro colores», es un proyecto del Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos (CALDH), organización que promueve el ejercicio y la defensa de los derechos humanos integrales, el acceso a la justicia y la memoria histórica.

«La memoria histórica en Guatemala está en constante disputa», expresa Héctor Reyes Chiquín, director de CALDH. «Un gran número de personas está construyendo la verdad histórica desde las graves violaciones a derechos humanos cometidas durante el conflicto armado interno. A CALDH la memoria entró de la mano de las y los sobrevivientes. Ellos relataron los hechos ocurridos durante el genocidio que vivieron. Su verdad es nuestra verdad», afirma.

Reyes explica que de la misma manera se construyó el litigio legal en los juicios (2013 y 2018) que dieron lugar a dos sentencias que ratificaron que en Guatemala se cometió genocidio. Con la Casa de la Memoria, CALDH quiso honrar la palabra de los pueblos mayas, de las mujeres víctimas de violencia sexual y de la niñez forzada a un desarraigo, tanto de su comunidad como de su cultura.

Kaji Tulam abrió su sede en el Centro Histórico de la capital guatemalteca en febrero de 2014 como resultado de una anterior exposición itineraria que luego se convertiría en un espacio interactivo de reflexión que invita, como lo hacía Humberto Ak’abal, a mirar hacia el pasado como un ejercicio de resistencia ante el olvido y la impunidad. En 2020 la Casa dejó de atender visitas guiadas, procesos de formación, actividades artísticas, conciertos y conversatorios que no tenían otros espacios.

«La construcción de la Casa de la Memoria no solo como una exhibición, sino como un espacio, ha sido larga y en la cual han participado colectivos, organizaciones, sobrevivientes y muchas personas que han pasado por ella y CALDH, y han aportado desde el amor, desde la ternura y el deseo de justicia, de memoria y de verdad», explica Andrea Plicián, encargada de Kaji Tulam.

Una de las propuestas fuertes y distintas que presenta la Casa de la Memoria al público es abordar desde la reflexión, la discusión y el arte el continuum de violencia contra las mujeres y los pueblos mayas originarios, quienes han sido resilientes y que se han mantenido en permanente resistencia ante un estado colonial y racista. Hace algunos años tuve la experiencia de conocer de cerca que estos procesos de diálogo e investigación han sido desarrollados y puestos en marcha por equipos constituidos en su mayoría por mujeres, y que personas indígenas también dieron sus valiosos aportes en la concepción y diseño de cada sala.

Con estos antecedentes, y después de siete años, por la Casa de la Memoria han pasado más de 50 mil personas, entre mujeres y hombres jóvenes, estudiantes y artistas que han colaborado y contribuyen al proceso constante de resignificación y recuperación de la memoria histórica.

«En 2020 empezamos a soñar con que la Casa de la Memoria se podría transformar en una exposición virtual, pero siempre tuvimos claro que ninguna exposición virtual, por muy bonita que sea, puede reemplazar esta experiencia de sentir las energías de esta Casa. Por eso hemos decidido que la exposición virtual sea un lindo complemento de la presencial», explica Karolim Loch, del equipo de CALDH.

«Este espacio le da un valor muy fuerte a todas las expresiones artísticas que no son parte de un sistema del arte elitista o de galerías privadas. La Casa de la Memoria es un centro de cultura contrahegemónica. Este espacio ha albergado el trabajo de muchos artistas plásticos, artistas visuales, fotógrafas y fotógrafos, documentalistas, escultores, performanceros y gente que no se llama a sí misma artista pero que hace arte público, como la organización H.I.J.O.S. Guatemala; y también de compañeras y compañeros que hacen grafiti y otro tipo de expresiones que también son parte de las resistencias que tenemos en Guatemala y otras personas que no somos de acá, pero que esta Casa nos ha brindado el espacio para contribuir desde el arte a las luchas por la memoria, la verdad y la justicia», expresa la artista y activista mexicana de convicción y formación zapatista Edith López.

En Kaji Tulam, la historiadora mexicana Paulina Pezzat Sánchez presentó en 2020 parte de su investigación sobre las imágenes del colonialismo, específicamente la fotografía, la exotización y la sexualidad de la mujer indígena durante la época liberal (1870-1930) en Guatemala.

En 2019, la fotoperiodista guatemalteca, mestiza y feminista Cristina Chiquin Rodríguez exhibió en este espacio su muestra «La búsqueda», que representa la lucha de las mujeres por la justicia en casos como el de genocidio Ixil, Sepur Zarco; el de las mujeres Achi’ y otros de desapariciones forzadas.

Ese año también se celebró el último café-poesía «En homenaje a las mujeres que buscan», un intercambio de lecturas entre poetas nacionales y extranjeros como parte de las actividades del Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango, que dedica sus ediciones a la memoria histórica y del cual la Casa de la Memoria es una de las sedes desde 2016.

Aplaudo y felicito la iniciativa de que en este 2021 Kaji Tulam estrene su versión virtual en casadelamemoria.org.gt, y envío un profundo y sentido agradecimiento a todas las mujeres indígenas, ladinas y mestizas precursoras que han puesto inquietudes, incomodidades, saberes, experiencias, críticas, sueños, creatividad, mucho trabajo, tiempo e incluso sus propios cuerpos en este proyecto más que necesario, pero a quienes lastimosamente no mencionaron con nombres y apellidos en la inauguración de esta genial herramienta pedagógica virtual.

Honor a quien honor merece. Enhorabuena, Alejandra Castillo, por haber tejido redes de memoria y creer que el arte aún puede ser rebelde. Felicidades, equipo de CALDH, por estas experiencias físicas y virtuales para seguir cuestionando y dialogando con el pasado, el presente y el futuro.

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