Una mirada para las vidas que nadie llora


Noe Vásquez Reyna_ perfil Casi literalEn su libro Manifiesto de la mirada, el ensayista, poeta y artista visual Antón Patiño escribe estas líneas que me encantan: «Recordar, imaginar, expresar (decisivos vectores existenciales). Memoria + Mirada = Visión. Solidaridad de los sentidos que construye imagen-arte como revelación. Sexto sentido de la existencia, al alcance de la materia-emoción. Manifiesto sensorial: vida, imagen, cuerpo, expansión».

Memoria y mirada para expandir las vidas que nadie llora, las excluidas, las nunca vistas como dignas, reales, de carne y hueso, con emociones, con derechos, con exigencias. En eso podría resumir La búsqueda, nombre de la exposición fotográfica de la fotoperiodista guatemalteca, mestiza y feminista, Cristina Chiquin Rodríguez, la cual estará abierta en la Casa de la Memoria, zona 1 de la Ciudad de Guatemala, hasta enero de 2020.

La antropóloga, investigadora y docente maya k’iche’ Aura Cumes recuerda que la fotografía también puede ser una herramienta pedagógica que se usa muy poco en países como el nuestro, en donde la mayoría de la gente no es letrada y no conoce a partir de las letras. «No solo porque no sepa leer ni escribir, sino que en muchos casos, a pesar de saberlo, hay quienes se conectan más con lo visual —con la fotografía, con los medios audiovisuales, que son otra forma de conocer—, pero que, de manera muy arrogante, ha sido marginada dentro de nuestra sociedad que no lee, que no escribe, que no narra a través de la palabra y las letras», dice.

Cumes afirma que herramientas como las fotografías remueven otro tipo de sentidos, como el olfato, el gusto o la visión; y hasta el cuerpo y el espíritu, cosa que muchas veces las letras no logran hacer. «Es una herramienta que llega a casi toda la gente, cuando hay una imaginación detrás de la fotografía», dice.

La búsqueda se inauguró en 2018 en el País Vasco —en donde fue itinerante— y hasta este año se seguía moviendo en diferentes comunidades y universidades. Cristina le propuso a la organización que apoyó el proyecto, Entreamigos Lagun Artean, que era importante devolver el trabajo, devolver esa mirada a quienes eran las protagonistas de esa lucha, mujeres que sufrieron las atrocidades del conflicto armado, así como violencia sexual, en el pasado y en la actualidad, y que buscan perseverantemente justicia en Guatemala. «Por eso se logró hacer un proyecto acá. Lo que se quiere es que La búsqueda también sea itinerante aquí. No es una exposición que solo se quedará en la ciudad; la idea es devolver el trabajo a quienes son las protagonistas de la lucha por la justicia, que son las mujeres. Poder llevarla a diferentes lugares, como Cobán, Nebaj, Quiché, y que pueda mostrar esa lucha».

«Cada una de las fotografías nos presenta fuerza. Observamos una a una y ahí aparecen las mujeres luchando de manera insistente. Hay quienes llevan treinta, treinta y cinco años. Entonces me parece que es una herramienta valiosa que ojalá podamos utilizar como un recurso pedagógico descolonizador, en el sentido de desplazar o de colocar a la escritura no en el plano arrogante sino como el recurso por excelencia para conocer”, expresa Cumes.

La exposición cuenta con veintidós fotografías que representan la lucha de las mujeres por la justicia en casos de memoria histórica que han llegado a los tribunales (genocidio Ixil,  Sepur Zarco, el de las mujeres Achi’, de desapariciones forzadas) y que muestra cómo en la actualidad sigue existiendo la lucha contra la violencia que se ejerce sobre los cuerpos de las mujeres y sobre sus vidas después de la firma de la paz.

«En la muestra que está en la exposición hay una fotografía sobre el caso Hogar Seguro. Lo que pasó ahí visibiliza la violencia que viven las mujeres en la actualidad en su extrema crudeza. Ese caso nos mostró cómo las mujeres seguimos siendo violentadas, cómo los cuerpos de las mujeres siguen siendo utilizados para generar terror, porque fueron niñas que en algún momento denunciaron los abusos y la violencia sexual que estaban viviendo en ese centro estatal y que un día después fueron quemadas», recuerda Chiquin.

La investigadora social Gladys Tzul opina que esta exposición actualiza la lucha contemporánea por la producción de la memoria. «Nos damos cuenta de que ese “nunca más” no está garantizado, pues todos los proyectos extractivos están al acecho en estas mismas tierras donde ellas y ellos están buscando a sus muertos. Yo hace tiempo escribí un artículo que comenzaba narrando que las mujeres escarbaban debajo de la tierra para buscar a sus esposos o a sus hijos, y se encontraron con otros que también estaban escarbando debajo de la tierra y eran los que examinaban dónde había fuentes de agua o fuentes minerales, porque tenían el interés de poner hidroeléctricas en la región Ixil y en otros pueblos», agrega.

Entre las razones por las que hay que visitar La búsqueda, Sara Álvarez, maya k’iche’ y terapeuta social, menciona que esta muestra evidencia el trabajo que las mujeres están haciendo por cambiar Guatemala y las condiciones que se tienen. «Por medio de estas imágenes te podés preguntar por qué, cómo, quién hizo todo esto, y empezar a buscar también las respuestas para que hagamos algo para cambiar este país», expresa.

Según Tzul, ya se han trabajado muchas exposiciones sobre la memoria y estos procesos de justicia, pero han sido desde miradas masculinas, generalmente miradas masculinas extranjeras. «La mirada de Cristina se presenta urgente en tanto es una mirada de mujer y porque es una mirada autónoma; es decir, que no tiene una agenda de una agencia, sino la mueven sus intereses y su pasión de fotografiar y retratar», dice. De los feminismos hemos aprendido que siempre será necesario situar el conocimiento; que no puede ser totalizante, pero sí reivindicativo para narrar lo que vemos y sentimos.

Como parte del proyecto también se publicó un libro fotográfico que incluye 60 imágenes tomadas desde 2013 y textos de las mujeres citadas en este artículo y otras más. El libro fue presentado también en la Casa de la Memoria el 28 de noviembre último y entregado a las protagonistas: mujeres de pueblos indígenas con mucha fuerza que iniciaron un recorrido larguísimo con todo en contra y que han abierto posibilidades para que tantas vidas que nadie lloró, porque han sido excluidas, folclorizadas y precarizadas, sean vistas y escuchadas diciendo su verdad, que ha sido trascendental para recuperar los restos de sus seres queridos, plantarse ante el racismo y hacer que el sistema de justicia guatemalteco tardíamente condene a quienes cometieron y/o ordenaron estos crímenes de lesa humanidad.

 

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