Zombis de nuestra especie


Mario Ramos_ Perfil Casi literalEntiendo que hacia 1915, luego de que Estados Unidos ocupara Haití, se escucharon las primeras historias y rumores de los muertos vivientes, más conocidos en la actualidad como zombis, cuando las fuerzas estadounidenses intentaron sistemáticamente destruir con todo vestigio la religión nativa del vudú; lo cual, por supuesto, como muchas veces —aunque no siempre— ocurre en estos casos, solamente reforzó su poder.

Desde entonces se han escrito un sinfín de libros, y ni decir de la cantidad de películas, videojuegos y series de televisión que hablan de estos emergidos de las tumbas. Aunque nunca he sido amante del género zombi le di un chance a The Last of Us y me atrapó. Desde entonces, esos «humanos» no vivientes y la psicología que existe tras la fascinación que los zombis provocan en el imaginario colectivo no me deja de dar vueltas en la cabeza.

La obsesión humana con los zombis ha alcanzado proporciones notables en la cultura del entretenimiento. Esta fascinación con los «no muertos» —aunque también podría resultar una ironía llamarlos así— refleja nuestra atracción por lo macabro. Estas historias apocalípticas pueden relacionarse con la lucha por la supervivencia y son una muestra de resiliencia, pero también con nuestra capacidad para resistir como especie y adaptarnos a toda costa y a cualquier precio moral o espiritual, lo que puede llegar a ser tanto inspirador como aterrador.

Es entonces cuando me pregunto si esta moda por los zombis también podemos interpretarla como una alegoría de los miedos y ansiedades más profundos que tenemos como seres sociables de este tiempo. Si los vemos como seres que alguna vez fueron humanos y que perdieron su humanidad, no están muy lejos de reflejar la pérdida de identidad en una sociedad cada vez más compleja, cambiante y vacía como la nuestra. La idea que durante milenios tuvimos de humanidad está siendo consumida por una plaga de zombismo propia de nuestra época.

Aquí es donde podría empezar a despotricar contra las nuevas tecnologías de comunicación y entretenimiento y los dispositivos móviles a los cuales estamos esclavizados, pero tampoco estaría diciendo nada que ya no sepamos todos —a menos que hayas muerto hace veinticinco años y estés resucitando hasta ahora—. Lo peor de todo, sin embargo, es que a pesar de que conocemos y somos conscientes de esta realidad, como sociedad estamos lejos de hacer algo al respecto para devolvernos a nosotros mismos nuestra humanidad.

Quizá deberíamos reflexionar más allá de la fascinación que nos pueda provocar el entretenimiento popular relacionado con zombis y sacar lecciones que nos puedan involucrar a nosotros como especie. Si la viéramos o analizáramos a través del tiempo, ¿será que ya nos convertirnos en los zombis de nuestra especie? ¿Tenemos la condición moral para condenar cualquier tipo de fanatismo del pasado o tan siquiera ha habido alguno que supere nuestro presente?

Ver todas las publicaciones de Mario Ramos en (Casi) literal

¿Cuánto te gustó este artículo?

Califícalo.

5 / 5. 4


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

desplazarse a la parte superior