En una movida sumamente impredecible para la generación que creció con los escándalos de los VMAs, sextapes de celebridades y la fastidiosa presencia del tabloide digital, la década de 2020 ha traído una urgente y necesaria revalorización de la celebridad femenina. En su momento escribí sobre #FreeBritney, pero también vienen a mi atención el documental This Is Paris, que explora la identidad de la heredera Hilton, y Miss Americana, que le otorga a Taylor Swift una voz como artista comprometida con la política. A pesar de las carreras tan dispares de sus protagonistas, estas producciones tienen una similitud: se enfocan en una exploración de la mujer-celebridad con un sentido humano y con ello critican el sistema cultural, político e incluso económico que las ha herido con estigmas, rechazos y abusos de todo tipo.
A la cultura de la fama dosmilera le ha llegado su examen de conciencia y el arrepentimiento es cada vez más tangible. Por eso es hermoso que finalmente pueda existir una película tan sórdida y hermosa como Spencer.
Yo tenía seis años cuando falleció Lady Diana, princesa de Gales, y recuerdo muy bien el escándalo en los periódicos y las revistas Vanidades en casa de mi abuela. Comparto la fascinación de tanta gente por ella y como tantos de sus fanáticos he leído cada biografía (autorizada o no), he analizado todas las teorías de conspiración y, por supuesto, he visto también cada documental y adaptación en cine y TV (incluido el muy desatinado musical). Es obvio que la humildad y la sencillez de la princesa siempre fueron las cualidades que la acercaron al público, pero hay algo más íntimo que pocas veces se atreven a tocar los biógrafos, guionistas y reporteros de chisme: Diana, desde las narrativas del pop, es una jovencita inocente y pura, víctima de una tragedia amorosa. Poco se habla de sus ambiciones personales, menos sobre su astuta y deliberada manipulación de la opinión pública, y casi nada se dice de su salud mental y emocional.
Spencer, dirigida por el director chileno Pablo Larraín (Jackie, Una mujer fantástica) huye del espectáculo y glamour que rodean el mito de Diana de Gales. No vemos la boda de cuento ni el vestido negro de la venganza. No vemos las reuniones con líderes globales y activistas. No vemos al novio egipcio ni el fatal accidente. Esta versión se asemeja más al cine de terror, mostrándonos a Diana en un entorno claustrofóbico y perennemente vigilado donde la opulencia es un castigo y la compasión no existe.
La cinta imagina los eventos de un fin de semana en 1991 cuando, en medio de las celebraciones navideñas, Diana decide finalmente separarse del príncipe Carlos. Larraín se vale de imágenes surrealistas para trastocar la intensidad de esas conversaciones que nadie jamás escuchó y en esta entrega total a la ficción consigue replicar, mejor que ninguna otra versión, las emociones desequilibradas de Lady Di.
Kristen Stewart hace un trabajo magnífico en el papel que claramente merecía el Oscar a mejor actriz. No solo captura perfectamente los manierismos y la voz de Diana, sino que tiembla entre la vulnerabilidad, la ira, la desesperanza y hasta la soberbia del personaje con una presteza que no deja de fascinar, o más bien espantar.
El gran logro de Spencer está en la manera en que prioriza la narrativa interior de Diana por encima de los momentos de celebridad y le permite ser una mujer rota, pero real. No la llamaría una película feminista, sino una eminentemente femenina en su expresividad y espíritu. Con Spencer, Larraín no necesita esa narrativa de la princesa elegante, sino la de una mujer libre. Por eso no tiene miedo de ver a la cara la oscuridad que habita en muchas mujeres que silenciosamente libran batallas como las de Diana: mutilando su propio cuerpo para retomar un sentido de control que les fue arrebatado de su vida. Hay una exquisita y dolorosa catarsis en este tipo de cine, sobre todo cuando nos llevan al entendimiento que trasciende la celebridad y nos devuelve algo de nosotras mismas. Somos humanas después de todo, con o sin la tiara.
[Foto de portada: Komplizen Film, Shoebox Films, Filmnation Entertainment].
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