(Advertencia: este artículo contiene spoilers). El cine es un espacio para explorar las estructuras sociales que nos moldan. Este es el caso de la película Parpadea dos veces (Blink Twice en inglés) escrita por Zoë Kravitz y E. T. Feigenbaum, dirigida por Zoë Kravitz y protagonizada por Naomi Ackie, Channing Tatum y Adria Arjona. Esta película ha sido comparada con el ya clásico Get Out de Jordan Peele. Aunque ambas apuestan por el muy popular género de terror social, Parpadea dos veces surfea con más aplomo el aspecto sociológico. Sin muchos tapujos, la película te golpea con la aterradora y violenta dinámica de poder entre hombres y mujeres.
Fui a ver la película sin muchas expectativas porque Channing Tatum me parece que tiene de todo menos talento actoral. Pero era viernes por la noche y a estas edades hay pocas alternativas de entretenimiento fuera de casa. Camino al cine, mi esposo me desalentó aún más contándome que los reviews no eran muy promisorios (por razones que ahora me parecen altamente misóginas).
Pero en efecto, la película empezó y Channing no decepcionó. Es hermoso a morir. ¿Quién no se quiere perder en ese pecho? Pero el pobre no-actor se enganchó en una sola emoción toda la película («mírame, soy bello») y no la soltó, incluyendo una donde en extreme close up al estilo Televisa el guion indicaba mostrar cien emociones en un minuto. Tanta era mi obsesión con el guapo no-actor que salí de la película pensando que se trataba de otra historia de un billonario de Silicon Valley que cree que es posible resolver el mundo con una App. O en este caso, un perfume que te hace olvidar todos tus traumas. El billonario y un grupo disparejo de hombres que se describen como «de los buenos» causan un sinfín de traumas a cinco mujeres jóvenes en una isla alejada para así probar su experimento en nombre de la ciencia.
Fue durante la conversación post-película con mi esposo, entre vino y algo ligero de comer (porque a estas edades cenar después de las 9 de la noche es un pecado contra natura), cuando empecé a atar cabos. Mientras hablábamos sobre las obvias comparaciones con Get Out no podía dejar de pensar en un estudio académico que realicé en 2023 junto a la doctora Nelva Araúz-Reyes, una de las más destacadas expertas en género de la región. En ese estudio exploramos cómo el acoso sexual callejero afecta el uso del espacio público en Panamá por parte de las mujeres.
Encontramos evidencia de que el acoso sexual callejero lo experimentan casi todas las mujeres casi todos los días en las calles y en el transporte público. Aún más preocupante: comienza desde que las adolescentes, con uniforme de la escuela puesto, reciben acercamientos y proposiciones violentas.
Sorprendentemente para mí como hombre, la mayoría de las mujeres encuestadas nos decían que esta forma de violencia no alteraba sus decisiones del uso del espacio público; en su lugar, diseñaban estrategias para enfrentarla, como formar grupos para hacer deportes, coordinar con amigos o familiares para viajar juntas al trabajo o ahorrar para comprarse un automóvil. Pero la violencia está allí, no la olvidan. Mientras ellas esperan para comprar ese carro, los hombres contamos con que las mujeres olviden la violencia que cometimos ayer, para así volver a cometerla hoy sin culpas. La App que se inventó el billonario ya existe y se llama patriarcado. El perfume es el olvido, un mecanismo de supervivencia que las mujeres se ven forzadas a adoptar en una sociedad patriarcal que se beneficia de la desmemoria.
Una hamaca antes de terminar el artículo: dos personajes que la directora Zoë Kravitz muestra mayormente en imágenes extraordinarias en lugar de diálogo. Geena Davis hace el papel de la asistente del billonario. Ella ha alcanzado una dolorosa conciencia de su situación, pero, en lugar de exigir justicia, opta muy conscientemente por no olvidar, pero también por colaborar con el sistema patriarcal, eligiendo perpetuar el ciclo de abuso. Por su parte, la sirvienta en la isla, con un look estereotípico mexicano e interpretado descaradamente por María Elena Oliveras, representa a las mujeres que, a pesar de su apariencia subordinada y de haber sido parte activa del descabezamiento de la conciencia de género, están ayudando a las más jóvenes a resistir el olvido y buscar una alternativa.
Parpadea dos veces nos obliga a enfrentar la incómoda verdad de que el patriarcado reside en lo que hemos sido condicionados a olvidar; por lo tanto, es un enemigo muy difícil de destronar. La comparación con Get Out es inevitable, pero la película de Kravitz va más allá. Mientras que Get Out decide terminar la historia cuando todos los malos han muerto, Parpadea dos veces propone una solución radical al problema.
Como hombre me resulta difícil aceptarla y hasta me aterra, pero bajo el «velo de ignorancia» del filósofo John Rawls usado para juzgar políticas públicas de manera más justas, la pequeña revolución de Zoë Kravitz tiene mucho, pero mucho sentido.
Ver todas las publicaciones de Javier Stanziola en Casi literal