De José Roberto Leonardo lo primero que se me ocurre decir es que es una persona noble. Un tipo bueno y auténtico, de ese tipo de personas que dejan ir la vida en la amistad, que buscan apasionadamente el amor o la autosatisfacción de su trabajo, cuyo compromiso de fidelidad más importante lo tiene respecto a sí mismo.
Hace poco, José Roberto presentó su poemario Lázaro me dicen. Antes había publicado un libro con Editorial Letra Negra que desconozco, titulado Resurrección al desnudo. Aprovecharé este espacio para compartir mis impresiones de la lectura de su último poemario, cuyo título evoca de antemano la interrupción, la ruptura del orden natural de la muerte. Ese acto sacrílego y desesperado que aparece narrado con detalle en el Evangelio de San Juan.
Los poemas de Lázaro me dicen son una fijación del discurrir temporal de lo cotidiano. Una cotidianidad que es terrible y traumática, pero que busca provocar una emoción estética a través de esa decadencia. Durante la presentación, Eduardo Villalobos habló de Hopper y su comentario fue muy acertado, pues pareciera que el escenario de estos poemas ya había sido materializado en la imaginación del pintor neoyorkino. O dándole otra vuelta al asunto, pareciera que se trata de Hopper haciendo una introspección que mimetiza una realidad desconsolada, abrumadoramente triste.
La temática de los poemas es bastante heterogénea, pero dentro de esta heterogeneidad guarda la línea guía de la ciudad y los demonios que la habitan. Que habitan la palabra del poema que la indaga y que hace resonar en sus rincones más oscuros el eco de la belleza. Tal vez lo más valioso del libro sea que se siente la presencia de su autor, completa y real, en cada uno de los poemas. Se trata de poemas auténticos en los que el poeta entrega por completo su enojo, su ira, su ternura su expectación o su sorpresa.
Aparece dentro del libro la prostitución, la mención específica del personaje de “la puta”, o el genérico “las putas de esta ciudad” casi de forma obsesiva. Esta reiteración y la utilización de los sustantivos para ejemplificar la decadencia de la ciudad pero a la vez su belleza y su inocencia, e incluso el tono de redención del poeta que “desciende a los infiernos” a encontrarse con ellas. La belleza es una de las grandes falencias del libro, sobre todo por el tono entre sabio y mesiánico con que el poeta las describe.
Salvado ese detalle, Lázaro me dicen me parece un buen libro de poesía. Pareciera que es la obra que culmina la adolescencia de José Roberto e inicia su madurez.
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