El arte como reflejo de la decadencia


Ingrid Ortez_ Casi literalMe pregunto si en algún momento Miguel Ángel o Leonardo Da Vinci se retuercen en su tumba al mirar cómo la actividad artística ha venido cambiando al punto de elevar los objetos cotidianos a la categoría de obra de arte. Seguro se preguntarán en qué punto nos perdimos.

Duchamp con su irreverencia y su talento polémico, transgresor y alborotador convirtió una broma en un dogma al punto que nos lo creímos, surgiendo así el denominado arte conceptual. No pongo en duda su talento: a los 16 años fue impresionista, luego se unió a las filas de los fauvistas y al cubismo para luego desembocar en el dadaísmo como forma de reírse de todo y de todos, incluso de él mismo.

Las vanguardias definieron un punto importante en la historia del arte, pero también abrieron la puerta a gamberros y lobos rapaces que jamás estudiaron la fuerza y el poder de la estética ni la función plena del hecho artístico. Es innegable que existe el arte conceptual con una verdadera propuesta artística y estética, pero el resto es solo evidencia de nuestro camino a una involución que lamentablemente no carece de adeptos.

A través de la historia, el arte ha documentado el progreso, declive, pensamiento y luchas de poder que hemos experimentado como humanidad. Me pregunto qué documentará el arte de este tiempo sobre nuestra sociedad dentro de unos mil años. No hemos vuelto a ver un Leonardo Da Vinci que nos haga vibrar desde las entrañas, con esa curiosidad y pasión por el conocimiento, la ciencia y las artes. Miguel Ángel, Botticelli, Van Gogh, Rembrandt, Goya, Manet… Al parecer la producción de ese tipo de genios se extinguió.

El arte actual hace alarde de su temática, pero se encuentra en una decadencia donde no importan el oficio ni la creación, y mucho menos el conocimiento y la belleza de la obra. Lo que vemos ahora es un arte pobre y carente de ideas o de mociones que lleven al espectador a la sublimación. Se llena de ligereza, frivolidad y una falta de hondura intelectual que resulta reflejo de los mismos artistas. Ni Duchamp con su orinal de 1917 pudo prever que en esta época cualquier cosa se volvería obra de arte y que cualquier persona se llamaría a sí mismo artista.

El arte actual se apoya en curadores y galeristas que solo buscan enriquecer sus bolsillos a punta de marketing y a costa de la ignorancia y la falta de educación artística del espectador. Y surge de nuevo la pregunta: ¿qué se estudiará de este siglo dentro de mil años a nivel artístico? En sus tumbas todos aquellos genios del arte que dedicaron años de trabajo y conocimiento para dejar una huella indeleble en la historia se reirán de esta generación que aplaude y venera una banana pegada en la pared con cinta adhesiva o una plancha con espinas que se vende por millones.

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