This Is Us: la verdadera familia moderna


Angélica Quiñonez_ Perfil Casi literal 2Cuando era menor mis padres me prohibían ver cualquier serie o caricatura que presentase la menor tensión familiar. Decían que ese tipo de programas harían que mis hermanos y yo nos peleáramos y maltratáramos, e insistían que debíamos expresarnos con mucho cariño. De todas formas encontramos razones para herirnos con ganas, y yo, por mi parte, descubrí Los Simpson cuando ya estaban claramente pasados de moda. No creo que la televisión sea la directa culpable de cómo aprendemos a convivir con nuestros parientes, pero sí creo que hay una fascinante retrospectiva en nuestra interpretación de la familia en televisión. Normalmente, la temática familiar estaba reservada para la comedia, debatiéndose entre la amargura de Al Bundy o la sacarina de Danny Tanner. Desde el inicio de las sitcoms familiares el objetivo era conmover y educar a la audiencia con los valores cristianos y conservadores.

Poco a poco comenzaron las interpretaciones más cínicas y honestas, y eventualmente una amalgama más compleja que abordaba situaciones más realistas y complicadas con humor y afecto. Pienso en cómo Modern Family normalizó las familias mezcladas, interraciales y LGBTQ; o cómo The Middle creció discretamente con la conciencia de la familia clasemediera en el interior norteamericano. O incluso cómo Fresh Off the Boat y Black-ish elevaron la experiencia de las familias asiáticas y negras, sacándolas del estereotipo y la narrativa blanca. La comedia ayuda a la programación familiar porque permite que las situaciones más complicadas de la experiencia humana se resuelvan con un remate y un momento tierno.

El drama, por otra parte, se reserva para explotar las dinámicas tóxicas dentro de la familia y los límites que realmente tiene el amor. Como en la contraparte cómica, las finanzas y la sexualidad son puntos de inflexión en series como Billions, Ozark, Bloodline o Succession. Por eso resulta tan curioso que This Is Us se haya vuelto tan popular con esta premisa inocente: la vida de varias personas que comparten un cumpleaños.

La creación de Dan Fogelman sigue a la familia Pearson, integrada por el matrimonio de Jack y Rebecca y sus «trillizos»: Kevin, Kate y Randall. Este último es afroamericano y adoptado. Cada temporada inicia con el cumpleaños de los hermanos y durante cada episodio surgen analepsis hacia sus años de infancia y adolescencia.

La audiencia tenía varios misterios por resolver desde el piloto: ¿cómo se conocieron los padres? ¿Cómo llegó a ellos un huérfano negro? ¿Cómo murió el padre de los Pearson? Como característica distintiva, This Is Us prometía historias que conmovieran hasta el llanto: el desarrollo de sus personajes, la exploración del trauma y la dosis saturada de nostalgia ochentera y noventa formaron una bomba literalmente lacrimógena. Aunque es cierto que a veces se acerca demasiado al melodrama, es sumamente refrescante que haya una familia televisiva que se atreva a explorar las dinámicas afectivas sin giros de narcotráfico ni revelaciones de incesto.

El éxito de This Is Us está en su capacidad para ser catártico. Sus mejores momentos ni siquiera tienen diálogo, sino que capturan gestos y expresiones en silencio que representan una profundidad inexpresable entre los personajes. A esto se suma la exploración de traumas más mundanos, como las enfermedades crónicas, desórdenes mentales y menudencias de la crianza y el matrimonio. Los Pearson navegan estas situaciones con sus defectos y carencias personales.

La serie intenta normalizar los finales tristes y los reinicios que los acompañan. Sus escritores entienden que muchos de esos momentos extraordinarios no están en grandes gestos, sino en la cotidianidad. Y claro, a eso sumemos las actuaciones magníficas y bastante reconocidas de Austin Hartley, Chrissy Metz, Sterling K. Brown, Milo Ventimiglia y, muy especialmente, Mandy Moore, que interpreta al mismo personaje entre las edades de 25 y 80 años.

En una directa metáfora, su última temporada se dirige al lecho de muerte. En seis años, la serie ha encarado la pandemia, la adolescencia queer, la ruptura matrimonial, la viudez y hasta la demencia senil. Pero quizá su mayor aporte haya sido reconciliar la imperfección de las familias de manera que no existen villanos ni héroes. Solo somos nosotros.

[Foto de portada: 20th. Century Fox].

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