El mundo, la vida y tantas demás cosas que le rodean son un desastre, no es novedad, pero hay cosas que pasan en el camino en donde podemos decir, bueno, aquí puede haber algo así como una esperanza porque, precisamente, eso que pasó en el camino es como un alumbramiento, un destello de luz, un haz de luz en medio de las tinieblas, de la oscuridad densa y tenebrosa que no nos va dejando espacio para movernos, para vernos los unos con los otros, para estrechar nuestros lazos íntimos que poseemos por la única razón de ser humanos pero que perdimos al adentrarnos tan cerca de la “evolución” y nos metimos imprevista e ingenuamente en la “civilización”, en el “progreso”, etcétera, etcétera. Y por esto mismo, vemos a los animales, por ejemplo, esos seres que están tan por debajo de nuestra aceptación evolutiva, que despreciamos porque nuestra razón es superior y por lo tanto tenemos el derecho de hacer y deshacer, en fin. A lo que quiero ir es a la esperanza que creemos perdida. Me encanta esa frase de Cortázar que dice Étienne en Rayuela: La esperanza le pertenece a la vida, es la misma vida defendiéndose. Increíblemente provocador, no ¿? Esta luz que se ve en el camino (sin demeritar a la oscuridad claro, que no se malentiendan las cosas) es como alguien dijo que iba por la selva donde todo es verde que te quiero verde y húmedo y salvaje y nos sentimos tan desprotegidos porque, ahí sí, estamos bajo el mundo… y en ese mundo en donde no tenemos idea de qué hacer encontramos algo que de repente nos recuerda que podemos vivir entre tanta maraña porque sí es posible y porque sí es posible resistir: esta persona encontró de repente una flor viva en medio de espinas, de lianas, de musgo, en medio de tanto poder desproporcionado porque es poder simplemente y no algo estructuralmente esquematizado como nos gusta a nosotros para poder entender y controlar las cosas. Pues bien, algo así me sucedió hace unos días, vi esa flor entre tanta maraña a través de El chico o The kid, como sea, de Chaplin. Recordemos que esta película es de 1921 y es muda y, para mí como para muchos, es un algo totalmente sorprendente que influya, aunque sea momentáneamente, en niños de cinco y seis años cuando ellos están tan imbuidos en la tecnología, en la superficialidad, en esta etapa de la civilización tan rápida y desastrosa porque prácticamente nacen así porque sus papás son así, sus tíos son así, etcétera, etcétera. Y ahí es en donde vienen las sabias palabras de Saramago que dicen prácticamente lo mismo: los niños de estos últimos años, finales del siglo XX y principios del XXI, nacen como con un hilo umbilical con la tecnología y ya conocen su estructura y su idiosincrasia aunque nunca la hayan visto en la vida y lo digo por experiencia porque yo nací en el mundo de las computadoras y vi cómo mis hermanas y gente de su generación hasta cierto punto tenían algún tipo de dificultad para aprehender, visualizar y comprender ese mundo tan extraño y ajeno a nosotros. Otra vez me estoy alejando de lo que verdaderamente quiero decir: hace unos días mi sobrina con una amiguita estaban viendo esta maravillosa película de Chaplin y sabrán, si es que ya vieron la película, que hay un ajetreo y unas idas y vueltas en medio de un drama muy poderoso por la tutela y la vida del chico, el niño, the kid y así estábamos en medio de ese drama tan poderoso y más aún con la actuación tan natural y sorprendente de ese niño que cualquiera se puede ir creyendo todo y de ese modo fue como sucedió que de pronto mi sobrina empieza a llorar desconsoladamente porque sentía una pena y preocupación terrible por el futuro de ese niño: se lo quieren robar, se lo quieren robar decía sin parar y ese acto, aunque seguramente sufrió en el camino pero estoy seguro que la fortalecerá, es esa esperanza en medio del abismo, es una voz (nueva, joven, con futuro) que acompaña a la voz solitaria que clama en el desierto, es esa flor en la selva y al fin de cuentas podemos resumirlo en el muy trillado pero tan sabio y popular dicho de la luz en la oscuridad y por eso puedo decir como dice la canción: estamos vivos, / seguimos vivos. Todo esto y viceversa.
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