La única certeza que tenemos en nuestras vidas además de la finitud de la existencia, es que a cada segundo tomamos decisiones sobre nuestro presente. No tenemos control del futuro, pero sí tenemos la posibilidad de tomar cualquier decisión en este instante que está transcurriendo. Quizás estoy hablando de algo obvio, sin embargo muchas veces pasamos por alto que a cada segundo tomamos decisiones de manera consciente o inconsciente. A punta de decisiones se ha forjado desde nuestro intelecto hasta las políticas públicas (erradas y acertadas) de cada país existente.
Parece increíble, pero el ser humano tiene la capacidad de decidir sobre cualquier cosa, pues se toman decisiones en todo momento y en todo lugar. Elegimos nuestro estado de ánimo, nuestra postura religiosa, nuestras amistades, nuestra profesión. Incluso si alguien me dijese que tomó una decisión en base al criterio de otra persona o en base a sus circunstancias, le diría que él/ella lo ha permitido.
Ahora bien, el problema no es tomar decisiones sino tomarlas sin ser conscientes de ello. Vivir de forma mecánica y reactiva, creyendo que otros deben tomar decisiones por nosotros, lo cual dicho sea de paso, también es una decisión. Ese es el problema, vivir así en función de las decisiones de otra gente, llámese familia, pareja, jefe o guía espiritual. Y aunque como mencioné anteriormente, eso también es una decisión, creo que es la más estúpida de las decisiones que se pueden tomar.
La mejor decisión es aquella que es congruente con nuestras propias convicciones; así nos critiquen, nos vituperen o nos lastimen. Así parezca errada o nos conduzca por caminos escabrosos. Esa es la mejor decisión aunque en el presente o el futuro nos parezca un error.
Revisemos cuidadosamente nuestras decisiones, y con esto no me refiero a darle vueltas y vueltas todas las noches al mismo asunto. Simplemente cuestionemos en qué estamos basando nuestras elecciones, si en nuestro propio juicio, en las circunstancias o en la voz de alguien más interiorizada en nuestro ser. Y esto se aplica para cualquier ámbito de nuestra vida, desde un empleo hasta las acciones a tomar respecto a un problema colectivo, desde nuestros hábitos cotidianos hasta la persona que podría ser nuestra compañera de vida.
Ya escribí demasiado. Ahora nos toca a ustedes y a mí tomar las decisiones que seguirán forjando nuestro presente y el futuro. Acierte, equivóquese, dude, pero decida de forma consciente si quiere que su vida valga la pena, o bien, tome decisiones de forma automática si quiere poner en manos de alguien más el curso de su vida. Usted decide.
†
¿Quién es María Alejandra Guzmán?