1991 fue un gran año para el buen rock and roll. Recordemos a Nirvana con el álbum Nevermind, Guns N’ Roses con Use your ilusion I y Use your Ilusion II, No more tears de Ozzy Osbourne y el fantástico Black Album de Metallica. Sin duda alguna esas producciones musicales marcaron época y se instituyeron en las almas subversivas. En 1992 el florecer estridente continuaba. Se editaba el álbum Incesticide de Nirvana al mismo tiempo que Bon Jovi lanzaba Keep the faith, los ingleses de Def Leppad lanzaban Adrenalize y la banda Kiss estrenaba Revenge. Sí, aquélla época era el principio de una década que auguraba días de gloria para muchos grupos musicales.
Iberoamérica no se quedó atrás. El rock en español también se dejó arrastrar por el rebelde viento norte. Surgieron bandas en países como México y Argentina, pero los abanderados de la era que vio morir al cassette y al VHS fueron los Héroes del Silencio, banda española que evolucionó a pasos agigantados hasta convertirse en uno de los mayores exponentes del rock en nuestro idioma. Dicho sea de paso, no quiero enfocarme en detalles faranduleros ni mucho menos. Quiero detenerme en dos datos de interés literario relacionados con el tercer trabajo discográfico de la banda, El espíritu del vino, lanzado en 1993.
La primera referencia literaria consiste en hacer notar que este álbum debe su nombre al poema “El alma del vino”, escrito en 1857 por el poeta francés Charles Baudelaire. Vale la pena mencionar que en autor de Las flores del mal fue un artista incomprendido, humillado y condenado por la Francia burguesa post revolucionaria, en la cual se expandía el industrialismo al mismo tiempo que el positivismo dictaba que “todo lo que existe puede y debe ser demostrado, sino no existe”.
Creador de versos desconcertantes, duales, macabros y a su vez angelicales, Baudelaire era un hombre de naturaleza claroscura. En palabras de su compatriota, el poeta Paul Verlaine, Baudelaire era más bien “[…] un hombre moderno, de sentidos aguzados y vibrantes, mente penosamente sutil, cerebro saturado de tabaco e hirviéndole en la sangre el alcohol.”
No cabe duda, entonces, de que los versos que Baudelaire escribiera en pleno éxtasis etílico dieron a la banda española el numen suficiente para escribir las letras de las canciones que en aquel álbum destilan las mieles de la embriaguez. El vino le habla al hombre en el poema “El alma del vino”:
Un anochecer el alma del vino cantaba en las botellas:
“Hombre, oh querido desheredado, hacia ti dirijo
desde mi prisión de vidrio y mis lacres bermejos,
¡un canto lleno de luz y fraternidad!
La letra de “Nuestros nombres”, “El camino del exceso” y “El refugio interior” son un tributo a las alucinaciones, la voluptuosidad y las pasiones. Canciones que hacen arder más de una garganta al cantar, al igual que al beber.
La segunda referencia literaria es más conocida y corresponde a la canción “La sirena varada”, misma que debe su nombre y asunto a la obra de teatro homónima escrita en 1934 por el dramaturgo español Alejandro Casona. Al igual que Baudelaire, Casona fue duramente criticado por La sirena varada debido a que en ella se propone una sociedad alternativa, un submundo imaginario como refugio de la barbarie exterior. En esta pieza teatral de tres actos actúan una mujer que se cree sirena, un hombre que dice ser el fantasma de un jardinero, pero que en verdad es el fantasma de Napoleón I y un pintor que siempre tiene los ojos vendados; personajes cuyo factor común es la necesidad de escapar a toda realidad, enconchándose en un personaje inexistente.
La sirena varada fue ferozmente señalada por plantear contextos utópicos que desviaban la atención de la sociedad española, según el gobierno franquista. En plena guerra civil, Casona proponía la negación de la tensión sociopolítica reinante en la España de Franco, a través de evasivas ficticias. Sin embargo, la intención del dramaturgo también fue malinterpretada, pues en el desenlace de la representación teatral, la sociedad ideal también fracasa. De esa forma, dichas referencias literarias dieron a El espíritu del vino cualidades particulares que, junto a una majestuosa composición musical, garantizaron la longevidad de cada sencillo.
Prueba de ello es saber que han pasado veintidós años desde el tercer trabajo discográfico de Héroes del Silencio, pero las canciones siguen sonando; somos fieles a nuestra nostalgia repentina. En la voz de Enrique Bunbury seguimos saboreando el vino lírico de Baudelaire y enviando al mar a una hermosa sirena que se quedó varada.
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Es excelente tu artículo, me haz ayudado muchisimo pues preparo un trabajo sobre dicha relación entre Casona, la vieja españa y los Heroes del Silencio y si, efectivamente la obra teatral nos regala un viaje a una realidad alterna,pero nos devuelve y aterriza a la misma y cochina realidad jajajaja. Gracias !! xD
Excelente blog, seré tu fan !!
Es un gusto para mí haber logrado ayudarte. Efectivamente hay una relación estrecha entre la literatura y Casona, ejemplos sobran. En varios discos posteriores también se rastrea la influencia del asunto de Los árboles mueren de pie. Éxito con tu trabajo. PD. No olvides compartir 😉