Envidia de la buena


Sergio Castañeda_ Perfil Casi literalEl martes 19 de agosto me levanté más temprano que de costumbre para poder llegar a tiempo al quinto Foro Regional de Esquipulas, donde la conferencia magistral de inauguración la impartía el presidente de Ecuador Rafael Correa, cuya gestión es reconocida a nivel mundial por los avances económicos, políticos y sociales que ha llevado a cabo. El presidente ecuatoriano expuso los avances que ha tenido Ecuador como el aumento de salarios, la reducción en desigualdad, las reformas educativas (un millón de matriculados nuevos en escuelas estatales), reformas de extracción petrolera a pesar de las demandas foráneas, etcétera.

También, desde su particular estilo, criticó a la Organización de los Estados Americanos (OEA), al “inmoral e injusto orden mundial”, a los estados cuya prioridad es consentir a las trasnacionales sin mayor regulación y a todo estado, gobierno o sector financiero que menosprecie e irrespete la dignidad humana.

Obviamente, ni el compañero Correa ni su gestión son perfectas, pues el humano poco o nada entiende de la perfección. Deben ser los ecuatorianos quienes sean críticos con su gobierno y quienes busquen el fundamental consenso. He tenido la oportunidad de hablar con algunos ecuatorianos que mencionan con obvia satisfacción los logros alcanzados en los últimos años, pero que también son conscientes de lo mucho que falta por hacer, tal como el mismo Correa lo menciona: “falta mucho por trabajar”.

Como es sabido, América Latina es un sitio que ha sufrido diversos flagelos a lo largo de su historia: genocidios colonizadores y posteriores, terrorismo de Estado, conflictos internos, oscuros planes económicos que han aumentado las desigualdades entre ricos y pobres, despojos, corrupción, etcétera. Estamos aún lejos de esa calidad de vida notable en otras latitudes, calidad de vida alcanzada muchas veces —y no está de más decirlo— por despojos y violencia sistematizada a las Américas y al África.

La política, lejos de ese determinismo positivista que dice que es “el arte de gobernar”, es —o debería de serlo— participación, praxis, inclusión de todos los sectores; es, pues, la manera como los seres humanos organizan su vida en la tierra, y por mucho que algunos crean estar fuera de ella, está implícita en los actos de cada individuo.

En estos tiempos es necesaria la consciencia de que la realización de cambios, logros y avances tenga como prioridad la dignidad y el desarrollo del ser humano y así aumentar su calidad de vida. Es allí donde justamente observamos a algunos países latinoamericanos tomando un camino mucho más congruente y comprometido con el desarrollo económico y social, logrando poco a poco conquistar la soberanía. Mientras tanto, hay otros, con sus Estados cleptómanos sumergidos aún en la oscura noche neoliberal y en su neoconservadurismo político, sumisos ante las élites financieras nacionales e internacionales.

A lo largo de la conferencia, y conforme el presidente ecuatoriano expresaba argumentos sólidos y respaldados por los logros alcanzados, se producían caras de pocos amigos (que se observaban a través de los proyectores) por parte de la élite económica y política del país, mientras que a este servidor dichos argumentos le hicieron sentir esa envidia de la buena.

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1 Respuesta a "Envidia de la buena"

  1. Vos lo has dicho, lo perfecto no es de humanos, pero hay una ventaja que le lleva Ecuador a Guatemala: con todos los problemas que puedan tener en el presente, ellos ya están trabajando en su solución. Guatemala aún no. Aquí todavía nos hace falta quitarnos años y quizá siglos de oscurantismo.

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