La mitología del héroe en el siglo XXI


Darío Jovel_ Perfil Casi literalEl Capitán América nació como propaganda bélica en medio de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, esto no ocurrió cuando Estados Unidos estaba en medio de ella, sino cuando aún no entraba. Es decir, su propósito no era elevar la moral de un país en pleno conflicto, sino el de motivar a una nación indecisa para que concretara su ingreso a dicha guerra.

Desde entonces han pasado varios años y conforme avanza el tiempo la idea del patriotismo se fue diluyendo en Estados Unidos. La derrota en Vietnam dio pie a una serie de historias pesimistas tanto en la literatura, el cine, la televisión y, por supuesto, los cómics. A las personas les costaba creerse que ese todopoderoso ejército que les habían vendido, el que derrotó a los nazis y a los japoneses, perdiera contra unos campesinos de Asia Menor. Los héroes patrióticos no tenían sentido en aquellos momentos, pues para muchos estadounidenses el patriotismo había dejado de tenerlo.

La idea del héroe no nació con las historietas: no fueron Superman o Capitán América los primeros en llevar tal etiqueta. El concepto es probablemente tan antiguo como la humanidad misma. Los héroes eran mitos, guerreros legendarios o viajeros que recorrieron el mundo. Los héroes eran útiles porque inspiraban soldados, representaban los ideales y valores de una sociedad determinada y daban esperanza.

Es en esta medida donde algunos mitos griegos no se diferencian en mucho —hablando de su intencionalidad— de los superhéroes de la edad dorada de los cómics (1938-1956), pero en algún momento toda sociedad deja de creer en sus mitos porque evoluciona, ya sea porque encontraron respuestas racionales a las preguntas que antes solo ellos respondían o simplemente porque crearon nuevos héroes. El problema de los cómics y los superhéroes es que detrás de ellos había casas editoriales cuyos dueños y accionistas no estaban dispuestos a dejarles morir. Superman tenía un compromiso comercial que Aquiles no.

Fue así como las historietas de superhéroes comenzaron a jugar con conceptos como el multiverso o las realidades alternativas, buscando crear historias más acordes al sentir general de los estadounidenses. Sin embargo, para la década de 1990 las opciones ya parecían haberse acabado. Por aquel entonces Marvel tuvo una terrible crisis financiera, pero la editorial ya soñaba con poder llevar a sus personajes a donde realmente estaba el dinero: el cine.

Dada las limitantes económicas del momento, la única forma de hacer realidad ese sueño fue vendiendo los derechos de sus personajes a otros estudios ya consolidados, pero en 2008 los problemas financieros se habían solucionado y lograron lanzar Iron Man para que un año más tarde fueran comprados por Disney y, con ello, tener a su disposición todo el dinero del mundo para llevar a las pantallas de cine a sus personajes.

Sin embargo, el reto de Marvel ahora era mayor, pues si en antaño debía adaptarse a lo que el público estadounidense pensaba, deseaba o sentía durante aquellos años, ahora debía asegurarse de que sus películas gustaran en el resto del mundo fuera de Estados Unidos.

Así como en la década de 1970, ahora los héroes patrióticos tampoco funcionarían. Nadie en México, Rusia o China tenía ganas de ver a un tipo con un uniforme de la bandera de Estados Unidos luchando contra los malos, pero tampoco buscaban un corte más pesimista, pues en ese momento las películas pesimistas no vendían bien. El nuevo heroísmo debía ser universal ya que no se defenderían banderas o ideas relacionadas a una nación en concreto. Ahora los héroes representarían o defenderían la libertad, la justicia, la verdad y conceptos por el estilo, pero sin definirlos; pues así, en abstracto, a todo el mundo les parece bien. Para poder garantizar lo anterior, los buenos debían ser muy buenos y los malos muy malos.

De esta forma terminó configurándose un universo cinematográfico que le dio paso a una nueva edad dorada de superhéroes, ahora en la gran pantalla y con un impacto mundial. Su fórmula de hacer películas prácticamente creo un género. Estos filmes jamás fueron muy alabados por la crítica, pero sí por la taquilla que, siendo sinceros, es lo único que importa. Como consecuencia de ello ha habido cintas que, de no ser parte de este universo cinematográfico, serían más amadas o incluso más odiadas de lo que actualmente son.

Pero más tempano que tarde los mismos superhéroes empezaron a aparecer en películas que cuestionaban ese concepto de heroísmo, con protagonistas que, pese a ser los buenos, no eran del todo buenos y dejaban de ser invencibles. La forma como intentan reconstruir las ideas que exprimieron hasta más no poder es una historia que aún se está escribiendo. El tiempo, como siempre, acabará dándole nuevos significados al heroísmo; la diferencia es que ahora saber interpretar lo que millones de personas desean ver se traduce en cientos de millones de dólares, pues las mitologías modernas se construyen en una sala de juntas, con estudios de mercado y algo de ciencia de datos.

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