¿Para qué sirve la poesía revolucionaria?, ¿para hacer poesía o para hacer la revolución?
Hace no mucho tiempo la Procuraduría para la Defensa Derechos Humanos de El Salvador dijo que iba a iniciar un proceso de investigación sobre el asesinato de Roque Dalton. De aquello hoy solo quedan las palabras y las intenciones. No se sabe mucho más de lo que se sabía ayer o de lo que se sabrá mañana. Desde aquel 10 de mayo de 1975, cuando a un hombre al que le sobraba vida le obligaron a regar la tierra con ella, ha pasado una guerra y cientos de pesadillas. Aquellas palabras que escribió desde Cuba nunca perdieron vigencia; y él —sin ser muy leído ni mencionado en un país que, quizá por vergüenza, intentó enterrar su recuerdo— siguió presente, tan vivo que incluso muerto respira a través de versos sin rima que cuestionan al mundo en todos los tiempos.
Roque vive y vivirá casi por siempre porque, a diferencia de lo que muchos diz que expertos afirman, su poesía no es una mera antología de protesta social. Pese a que muchos han deseado adjudicarse su obra y usarla como un panfleto (que, irónicamente, son los mismos que lo mataron), esta se escapa de esos moldes donde la literatura tiene más de ideología que de arte. Roque tuvo la suerte o la desgracia, según quien lo vea, de ser un revolucionario mediocre y un poeta magnífico, al punto que casi nunca revisaba sus poemas y la mayoría se publicaron tal y como se escribieron la primera vez.
junto a mi miedo el miedo que vencieron los muertos,
junto a mi soledad la vida que recorro
Para apreciar la poesía de Roque Dalton no se requiere de contexto. No hace falta saber de donde era, en lo que creía o lo que vivía en ese momento. Me atrevería a decir que no hace falta ni entenderla. Incluso puede leerse, entenderse y estar totalmente en desacuerdo con su fondo, pero resulta casi imposible no deleitarse por su maestría en la selección de las palabras justas en las justas medidas. Su obra no es un bulo ideológico que adopta la forma de poemas para ser más digerible, sino poesía que busca dar un mensaje sin dejar que ese mensaje le consuma.
También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan, de todos.
Roque es universal, cosa curiosa ya que ni lo buscó ni lo quería. Alguien podría toparse con un verso suyo divagando por las páginas de un libro, o encontrándoselo en suelto en un estado de Facebook, o como la descripción de una foto en Instagram, y sentir que esas palabras le mueven. Sentir que por su sencillez hasta podrían ser propias. Pensar que su fuente está en algún alma prodigiosa sin imaginarse que su autor era un salvadoreño comunista que quería hacer la revolución sin saber cómo se agarraba un fusil, que fue asesinado a traición por sus compañeros de lucha.
Pero esa persona que puede leer ese verso suelto en una cafetería en Madrid o Buenos Aires, en el metro de la Ciudad de México o en las calles de Lima, sentirá que sigue vivo y quizá tenga razón porque a Roque Dalton si algo le sobraba, aparte de talento, era vida.
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